El posible hundimiento de Europa

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Shé
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Re: El posible hundimiento de Europa

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Alguien sabe si Portugal cambió también su Constitución -como hizo aquí el PSOE en 2011- para poner techo al déficit, excepto si la deuda vencida es con los bancos?

Sea como sea, incluso eso podría ser declarado inconstitucional si hubiera voluntad por parte del T.S. Voluntad política ya sabemos que no hay, excepto en algunos partidos no mayoritarios -que no incluyen UPyD más que probablemente-.

Algo que está a la mano de los pueblos con la ayuda de la Justicia -si cumpliera con su misión- es arrinconar a un gobierno. Concretamente, a uno que llega a acuerdos con la Troika a espaldas de sus ciudadanos: tú te has comprometido en mi nombre? Pues ahora cumple como puedas o no cumplas y explícate.

Entre lo de Islandia y lo de Grecia hay una gran cantidad de posibilidades. Portugal nos da una muestra.
Passos Cohello pide una reunión de urgencia al presidente de la República
El Gobierno asegura que la declaración del Tribunal Supremo de Portugal, que declara ilegales los recortes que manda la troika, pone en riesgo al país

AGENCIAS Lisboa 06/04/2013 20:30 Actualizado: 06/04/2013 21:12
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Pedro Passos Coelho.- Hugo Correia (REUTERS)
El Gobierno portugués advirtió hoy de que la decisión del Tribunal Constitucional luso de anular varias de las medidas de ajuste aprobadas en sus Presupuestos para 2013 coloca en riesgo al país, al poner en causa su "credibilidad externa". Ante este varapalo, el primer ministro conservador, Pedro Passos Coelho, decidió además solicitar una reunión "de urgencia" con el jefe de Estado, Aníbal Cavaco Silva -que pidió el dictamen del tribunal- para obtener "una rápida clarificación del Estado sobre relevantes aspectos puestos en causa por la sentencia".

Después de una reunión del Consejo de Ministros que se prolongó durante más de tres horas, el secretario de Estado, Luís Marques Guedes, anunció en una declaración sin derecho a preguntas que el Ejecutivo no está de acuerdo pero "acata" la decisión del Constitucional, aunque recalcó que tendrá consecuencias negativas. Esta reunión, iniciada después de las 14:00 horas, ha sido la única reacción por ahora de Passos Coelho a la sentencia del máximo tribunal, que abre un agujero de unos mil millones de euros en los presupuestos del país y pone en riesgo sus metas de déficit.

Mientras el Gobierno se reunía en Lisboa, el mayor sindicato del país, la central comunista CGTP (Confederación General de Trabajadores de Portugal) iniciaba en Viana de Castelo, en el norte luso, otra medida de protesta contra la política de austeridad. El secretario general del sindicato, Arménio Carlos, pidió al jefe de Estado, el también conservador Aníbal Cavaco Silva, que haga "un favor al país" y cambie al primer ministro.

La CGTP, como el resto de la oposición, considera desautorizado al Ejecutivo por el dictamen del Constitucional contra su política económica, emitido ayer y solicitado por el propio presidente luso, los partidos de izquierda y el Defensor del Pueblo. En el inicio de una "marcha contra el empobrecimiento" que recorrerá el país y llegará a Lisboa la próxima semana, Carlos llamo a la "lucha" contra la política del Ejecutivo y el "moribundo" Gobierno de Passos Coelho.

El primer ministro luso, que llegó al poder en las elecciones anticipadas que siguieron, en junio de 2011, al rescate financiero, ha recibido una lluvia de críticas y peticiones de dimisión cuando se cumplen dos años de la petición de ayuda a la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Al agravamiento de las previsiones sobre desempleo y caída del PIB luso por tercer año consecutivo, se sumó el viernes la decisión del Constitucional de anular, con efectos al 1 de enero, cuatro de las medidas de austeridad del presupuesto de este año, que pueden suponer cerca de un punto porcentual del déficit público.

Los magistrados, que también consideraron inconstitucionales el año pasado otras medidas de los presupuestos de 2012, invalidaron la suspensión de una de las dos pagas extras anuales a funcionarios y pensionistas y el recorte de subsidios de desempleo (6 %) y enfermedad (5 %).

A falta de confirmación oficial, los expertos calculan que el importe de esas medidas de ahorro puede comerse el margen que dieron el mes pasado la UE y el FMI a Portugal en su meta de déficit fiscal de este año, que suavizaron del 4,5 % al 5,5 % ante la falta de recuperación de la economía lusa. La decisión de los jueces podía haber tenido muchas peores consecuencias para los planes económicos del Ejecutivo si hubieran aceptado todas las reclamaciones sobre los presupuestos, que suponían más de cuatro mil millones de euros de ahorro público.

Con el fallo adverso del Constitucional, Passo Coelho cerró la semana más difícil en sus 22 meses al frente del Gobierno, en la que el principal partido de oposición, el socialista, le sometió a un voto de censura y pidió una "renegociación profunda" del rescate, tramitado por ese mismo partido antes de perder el poder. Apenas unas horas antes de la lectura de la sentencia, televisada en directo a todo el país en medio de una gran expectación, Passos Coelho vio dimitir al su ministro de confianza, Miguel Relvas, por irregularidades en su titulación universitaria.
Público, 6 de abril, 2013
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Shé
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Re: El posible hundimiento de Europa

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Una prueba más de que la austeridad se ha convertido en una religión. Religión mediante la cual los neoliberales pretenden contar con la complicidad de sus víctimas, algo que se puede observar cuando oímos esas frases que se han popularizado en las últimas décadas: "El estado de bienestar es insostenible", "los sistemas públicos de pensiones se hundirán", o esa otra más reciente "hemos vivido por encima de nuestras posibilidades".

A pesar del reconocimiento público de Blanchard, de las voces de alarma de cientos de economistas -básicamente los que no sirven como sacerdotes de esta religión- o de este "hallazgo" de un estudiante cuidadoso, Europa sigue en manos de esa Capataz de primer rango del Deutche Bank. Ese al que recientemente han rebajado la calificación por su propio agujero negro -fenómeno mal conocido del cosmos financiero que atrae hacia su interior todo el dinero público que puede-, al parecer muy superior al de Bankia.

Sin entrar en las razones por las que la deuda de algunos países es tan -artificialmente- alta, está meridianamente claro que un país no puede dejar en la estacada a las víctimas de la recesión, usando el dinero de los impuestos para regalar intereses indecentes a los especuladores o para pagar a los cuerpos represivos para desahuciar familias o impedir protestas. Pero no sólo porque sea éticamente deplorable, sino porque es económicamente contraproducente.

Se sabe. Está demostrado.

Pero contra la relaigión la única herramienta útil es la cultura. Esa que impediría que gente normal siga repitiendo los mantras neoliberales como si fueran conclusiones propias, o que haría, al menos, que cuando alguien los "rezara", la gente se mofara en sus caras de acólitos desfasados.
El estudiante que salvó al mundo de la austeridad

  • Un alumno de doctorado de 28 años desmontó el informe de dos economistas de Harvard
  • Las políticas de recortes del gasto se basan en este estudio erróneo


SANDRO POZZI Nueva York 28 ABR 2013 - 00:00 CET120
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Los profesores de Harvard Kenneth Rogoff y Carmen Reinhart. / M. F. CALVERT
Cuando la deuda de un país supera el 90% del PIB, el crecimiento de la economía es inviable. El aserto, nacido de dos cerebros de Harvard y sobre el que se asientan las políticas de austeridad que están a punto de dinamitar los pilares del Estado de bienestar en medio mundo, ha resultado tan falaz como las armas de destrucción masiva que sirvieron para justificar la invasión de Irak.

“Es exagerado hacer la comparación, pero acepto la analogía porque es cierto que se están adoptando políticas a partir de premisas que son falsas”. Quien habla es Thomas Herndon, el estudiante de 28 años que, en su camino para sacarse un doctorado en Economía en la Universidad de Massachusetts, ha desenmascarado la mentira macroeconómica más significativa de los últimos años, y sobre la que EE UU y Europa se han apoyado en su campaña por la austeridad fiscal y el recorte drástico del gasto.

Herndon cuenta que se frotaba los ojos al cruzar los datos de su trabajo ordinario de carrera con los del hipercitado informe de los profesores de la prestigiosa Universidad de Harvard Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff. Los errores eran básicos. De hecho, al principio pensó que el equivocado era él. No podía ser que dos reputadas eminencias hubieran podido pasar por alto cosas así.

El estudio que está en el centro de la controversia global lo publicaron Reinhart y Rogoff en la American Economic Review en 2010. Ahí defienden cómo el crecimiento cae de golpe cuando la deuda pública de un país supera el 90% del PIB. Reinhart, nacida en La Habana (Cuba) hace 57 años, fue economista jefa durante tres años del difunto Bear Stearns, la primera víctima de la crisis financiera. Eso fue en los años 1980, antes de ocupar varios cargos en el Fondo Monetario Internacional (FMI), donde llegó a ser la número dos en el departamento de investigación antes de llegar a Harvard. Rogoff, de 60 años, fue su jefe en el FMI, donde tuvo un sonado encontronazo con Joseph Stiglitz a cuenta de la crítica que el premio Nobel hizo de esa institución en su libro El malestar en la globalización (2002).


Su novia, una socióloga acostumbrada a cruzar números, fue la primera en apoyarle: “No creo que estés equivocado”, le dijo
No fueron pocos los políticos que echaron mano del trabajo para defender que se pase la podadora al gasto para volver a la senda de un crecimiento sano y robusto. Entre ellos, Paul Ryan, el candidato republicano a la vicepresidencia de EE UU. También el comisario europeo de Asuntos Económicos, Olli Rehn, y el expresidente del Banco Central Europeo Jean-Claude Trichet. Ninguno cuestionó la metodología del trabajo, ni sus datos, como hizo el joven Herndon.

“Estaba convencido desde el principio de que algo iba realmente mal con el estudio. Y cuando me llegaron los datos [los autores le mandaron las tablas de Excel que utilizaron, a petición del estudiante], se confirmaron mis sospechas”, relata Herndon. El joven estudiante, criado en Austin (Texas), de padre texano y madre de Hong Kong, al que le gusta tocar el bajo, le pasó las tablas a su novia, Kyla Walters. Ella tiene un doctorado en Sociología y gracias a su trabajo de investigación está muy acostumbrada a cruzar números. “No creo que te estés equivocando”, le respondió.

El siguiente paso fue acudir a Michael Ash y Robert Pollin, dos de sus profesores, que ahora le cubren las espaldas, pero que en un primer momento se mostraron más bien incrédulos. Lo que no logró anticipar Herndon, ni tampoco Ash y Pollin, es lo que venía a continuación. Hay economistas que les han llamado para emprender con ellos una batalla contra la idea de que el alto endeudamiento frena el crecimiento.

Pero hasta ahora ni un solo dirigente político se ha puesto en contacto con el trío para conocer su teoría. Aun así, el estudiante señala que el trabajo “está empezando a marcar la diferencia en los círculos de decisión política”. Cita, por ejemplo, el blog de John Taylor. El reputado economista por Stanford asegura que el error puesto en evidencia por el joven influyó en la decisión de los ministros de Finanzas del G-20 para omitir en su comunicado de la semana pasada una referencia al nivel de endeudamiento.

En el origen del fiasco está un encargo convencional de los profesores. Pidieron a los alumnos que emularan resultados estadísticos de estudios ya publicados. Él eligió el estudio de Reinhart y Rogoff porque, “aunque era poco atractivo”, le pareció oportuno vistas las dificultades que tienen Europa y EE UU para salir del agujero de la recesión y del impacto de las políticas que se están adoptando en los países.

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El estudiante Thomas Herndon.
Los profesores de Harvard ahora cuestionados le facilitaron en enero todo el material que necesitaba para descifrar el estudio y le dieron libertad para publicar lo que quisiera. “Vi el error muy rápido”, dice Herndon. A comienzos de abril, Reinhart y Rogoff admitieron que habían cometido algunos fallos a la hora de codificar las cifras. Pero siguen defendiendo su metodología e insisten en que existe una clara correlación entre alto endeudamiento y lento crecimiento. “Este lamentable desliz no afecta al mensaje central”, dicen en una nota.

Herndon, que habla siempre en plural, admite que criticar el trabajo de los dos profesores de Harvard “es lo más fácil” y no cree que hubiera una intencionalidad cuando omitieron ciertos datos, como el hecho de que Australia, Canadá y Nueva Zelanda crecieran en periodos de alto endeudamiento, o se equivocaran en alguna suma al introducir mal las órdenes en la celdilla de Excel. Pero está convencido también de que la teoría no puede replicarse, porque está mal planteada. Y apoya que se adopten políticas de estímulo para salir de la recesión. “La austeridad es contraproducente, crea sufrimiento”.

El joven no se declara ni conservador ni liberal; dice que no le gustan las etiquetas. Pero sí parece tener muy claro que “es falso decir que el alto endeudamiento es malo”. Por eso cree que lo que deben hacer los dirigentes es ver las circunstancias específicas en las que la deuda puede ser efectiva en un escenario de recesión. Su prioridad ahora, comenta, es terminar el segundo semestre y recopilar ideas para su tesis final.

De momento se está dedicando con sus profesores a publicar los primeros hallazgos para después seguir desarrollando el trabajo a lo largo del verano, integrando mejoras estadísticas. Y entre clase y clase busca tiempo para conceder entrevistas e incluso acercarse a Nueva York para verse con Stephen Colbert, el conductor del programa satírico The Colbert report. Colbert le dedicó esta semana dos espacios a su trabajo, lo que muestra hasta qué punto está caliente el debate. En el primero se dedicó a mofarse de los profesores de Harvard y de los que se apoyaron en su estudio para aventurar “una nueva crisis económica alimentada por la deuda”. “¿Sabes que has enfadado a mucha gente en el campo de la austeridad, importantes y muy poderosos?”, le preguntó después. “La Universidad me cuida mucho”, le respondió. Herndon admite no estar preparado para la avalancha mediática. “Ni siquiera tenía una buena foto”, comenta. Y las siglas con las que los tres autores firman el trabajo, HAP, tomada de la inicial de sus apellidos, ha inspirado ya una expresión entre los estudiantes: “To get happed”, que alguien te señale los errores.

El joven cree que su experiencia hará que los estudiantes presten mucha más atención a la hora de comprobar una y otra vez los resultados de sus trabajos. “Serán mucho más cuidadosos”. Como le dijo Colbert, la pareja de Harvard no se dio cuenta de los errores porque no hay nadie por encima de ellos que les revise sus estudios. Ahora, como señala Kyla, su chico tendrá menos tiempo para practicar música, pero sus perspectivas de trabajo han mejorado.
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skeptic
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Re: El posible hundimiento de Europa

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Ya había leído esto y no me puedo creer que se pueda ser tan estúpido como para montar toda la política económica en base a un estudio, estuviera o no mal la hoja de cálculo. Ese estudio era sólo una coartada para hacer lo que querían hacer, primero lo hacen y después ya verán como lo arreglan a base de propaganda y manipulaciones.

En mi opinión, toda esta política de austeridad es algo que necesitaban hacer para empobrecer a las clases medias, este tipo de políticas no son resultado de errores o malas decisiones, al contrario, es algo premeditado y calculado.
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Shé
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Re: El posible hundimiento de Europa

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skeptic escribió:Ya había leído esto y no me puedo creer que se pueda ser tan estúpido como para montar toda la política económica en base a un estudio, estuviera o no mal la hoja de cálculo. Ese estudio era sólo una coartada para hacer lo que querían hacer, primero lo hacen y después ya verán como lo arreglan a base de propaganda y manipulaciones.

En mi opinión, toda esta política de austeridad es algo que necesitaban hacer para empobrecer a las clases medias, este tipo de políticas no son resultado de errores o malas decisiones, al contrario, es algo premeditado y calculado.
Es evidente que la élite financiera que está detrás del FMI, el BM, el BCE, y de los gobiernos en su mayoría, no está dirigida por estúpidos. Lo que no se puede olvidar es que la economía se ha convertido prácticamente en una religión, y los economistas que ensalcen lo que se está haciendo desde 2008 serán bienaventurados y, los que se opongan, no. Claramente, Reinhart y Rogoff, son santos y han accedido a ello lamiendo los esfínteres de los banqueros.

Otra cosa que parece clara es que la economía está alejada de la ciencia varios parsecs: cómo se puede cometer un error semejante, y decir después que "a pesar de todo" las conclusiones son correctas? Igual que hacen los curas cuando les desmontas un milagro o discutes un pasaje bíblico.
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Shé
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Re: El posible hundimiento de Europa

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No sé qué os parecerá a vosotros, pero yo le quitaría el "posible" al título de este hilo.

Con el "eje franco-alemán" roto, la carreta de bueyes medieval en la que han convertido a Europa tiene muy poco recorrido. A menos que Alemania dé un vuelco y los sucesores de la Merkel acepten abrir los ojos a la realidad. E impulsen las medidas esenciales para intentar salvar el mayor número posible de victimas del naufragio al que estamos asistiendo -medido en número de ciudadanos europeos-. Parte de estas medidas están, en mi opinión, en el resaltado del artículo.

Pero para ello haría falta que la ciudadanía europea misma tomáramos conciencia de los derechos y deberes -Alemania tiene mucha razón en muchas de sus críticas- que nos competen, y temo que, en esto, estamos a la altura de Zambia. Entre la apatía, la ignorancia, la admiración a los corruptos, la aspiración a serlo, y la vocación de muchos -aparte de los profesionales de la explotación bien conocidos- de vivir a costa del trabajo ajeno, tenemos mucho que aprender.
La austeridad rompe el eje París-Berlín

  • El abismo entre Francia y Alemania complica el futuro de la UE
  • Los socialistas galos se rebelan



MIGUEL MORA / CLAUDI PÉREZ / JUAN GÓMEZ París / Bruselas / Berlín 5 MAY 2013 - 00:40 CET
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El presidente francés, François Hollande, habla con la canciller alemana, Angela Merkel,
durante la cumbre de la OTAN celebrada en Chicago en 2012. / SAUL LOEB (AFP)
La consolidación de un partido fascista en Grecia. El éxito de Beppe Grillo y Silvio Berlusconi en Italia. Los 6,2 millones de parados en España —su máximo desde el año posterior a la muerte de Franco—, y los 26,5 millones de la UE. El hundimiento de la esperanza francesa con François Hollande. El ascenso de partidos antieuropeos en Grecia, Francia, Finlandia, Reino Unido, Alemania. El desguace del Estado social y la vuelta de los jornales de hambre en el sur de Europa. Nada de todo esto parece conmover a los liberales alemanes. Impasible el ademán, prietas las filas, la canciller Angela Merkel asiste a la tormenta perfecta en el continente que lidera sin mover una ceja. ¿Estímulos? Nein. ¿Crecimiento? Llegará solo, con la austeridad y el hada de la confianza. ¿Populismo en ascenso? Cuestiones internas. ¿57% de desempleo juvenil en España? Hagan los deberes: más reformas estructurales, más ajuste fiscal, ¡más madera!

Así están las cosas en la Europa teutonizada. Uno o dos países resisten, y los otros 25 socios se hunden en la miseria y ya no saben ni dónde meter la tijera. Los recortes, la recesión y el desempleo han destruido el consumo y la demanda interna; la actividad, el bienestar y el futuro son conceptos de los buenos tiempos; los países que pagan poco por financiarse, como Francia, no tienen liquidez, y los que más necesitan financiarse, como España o Italia, pagan el crédito a precio de oro. Mientras tanto, remotos paraísos fiscales (o no tan remotos: los hay en el Canal de la Mancha, y puede que incluso en la propia zona euro) esconden el capital ganado, especulado y robado durante los años de la expansión y las burbujas. Según los datos del comisario europeo de Fiscalidad, Algirdas Semeta, la evasión fiscal sustrae a Europa un billón de euros anuales. Y el colapso económico parece una hipótesis cada vez menos improbable en el Mediterráneo, ese sur corrupto y manirroto que debe pagar sus deudas y sus culpas —en alemán ambas palabras se dicen igual: schuld—.

Pero el acreedor jefe, Alemania, sigue en sus trece. No hay otra salida, dice la canciller, la austeridad no es incompatible con el crecimiento. Más o menos lo mismo que decía hace cinco años. Desde entonces ha llovido, pero el viraje alemán ha sido imperceptible. El relato de ese lustro es más o menos así: 1. Hay un problema de déficit, los mercados nos atacan. 2. Aplicamos austeridad a rajatabla esperando que vuelvan el crecimiento y la confianza. 3. Nos damos cuenta de que no era un problema de déficit sino de deuda privada (salvo en Grecia), pero seguimos adelante porque Alemania manda y a ella le fue muy bien. 4. Empieza la tensión social y política porque no se ven los resultados. 5. La tensión se hace insoportable; Bruselas abre la mano tímidamente.


La evasión fiscal sustrae a Europa un billón de euros anuales
Hoy, el nuevo diktat es austeridad más lenta y reformas más rápidas. Bruselas acaba de dar dos años más a Francia y a España para llegar al 3% de déficit. Pero en los dos países, el paro, que ha batido récords, seguirá creciendo hasta fines de 2014. La duda es si el cambio de lenguaje es real en la sustancia, si la definición de reformas de Bruselas y Berlín coincide con la palabra recortes. ¿La reforma de las pensiones que el comisario Olli Rehn exigió a Hollande el viernes va a suponer jubilaciones más bajas? Ese es el quid de la cuestión. Francia siente que Alemania le engañó una vez, y si les engañan una segunda vez y sale mal (es decir, si Europa sigue sin ver la puerta de salida), el proyecto entero se puede ir a pique.

De momento, lo único obvio es que el eje franco-alemán está partido, roto en pedazos. El motor de Europa está gripado. Los vecinos que se odiaban y se reconciliaron parecen agotados de conducir juntos. Hollande no se entiende con Merkel y no confía en ella. La canciller no se fía de las reformas, las intenciones y los datos de la Francia socialista. Y lo que es peor, se diría que ambos han abandonado toda esperanza de que eso cambie.

La señal de alarma la han dado los socialistas franceses, que en un borrador destinado a definir la política europea de Francia para los próximos años se equivocan (¿o no?) y escriben negro sobre blanco lo que casi todo el mundo piensa y casi nadie se atreve a verbalizar. Merkel es “la canciller de la austeridad”, su política revela una “intransigencia egoísta”, ha forjado “una alianza de circunstancias con el thatcherista David Cameron”, y lo que le importa son “los ahorros de los depositantes alemanes, la balanza comercial de Berlín [que en marzo marcó un nuevo récord, elevando el superávit a 188.100 millones de euros, después de que en 2012 exportara 1,1 billones de euros] y su futuro electoral”.

“Si no cambia la política europea, vamos hacia una catástrofe política”, explica Jean-Christophe Cambadélis, dirigente del Partido Socialista (PS) francés y coordinador del documento sobre Europa. “Somos la única zona del mundo que lleva cinco años en recesión. La derecha europea pone todo el acento en la competitividad y comete un error enorme: nunca seremos competitivos como India y China si queremos mantener un nivel decente de protección social. La receta neoliberal ha generado un paro enorme, insoportable para muchas sociedades. Y donde no hay paro, como en Alemania, se ha precarizado el empleo con salarios de 400 euros”.

Según Cambadélis, la pareja franco-alemana debe reencontrar el equilibrio, pero es difícil en las actuales circunstancias de desigualdad. “Juntos sumamos el 49% del PIB europeo, pero Alemania tiene excedentes y Francia tiene déficit. El gran problema es que el Partido Popular Europeo domina Europa, los Estados y las instituciones con una política dogmática, basada en el modelo alemán, que afirma que la austeridad genera crecimiento y que solo es necesaria una mínima cuota de solidaridad”.

¿Y está Francia dispuesta a dar el salto hacia la unión política que pide Alemania? “Alemania quiere un federalismo presupuestario. Francia, un federalismo solidario”, dice Cambadélis. “Los pueblos no aceptarán ceder más soberanía si Europa si no calienta la caldera con solidaridad. Esa es la única forma de integrarse. El federalismo debe ser de ida y vuelta. Si no, reinará la desunión”.

Así las cosas, el entendimiento París-Berlín parece una quimera. Las propuestas del PS son mutualizar las deudas con bonos europeos; cambiar los estatutos del BCE, que el MEDE sea prestamista de último recurso y concertar las políticas económicas: la mayoría de sus peticiones son anatemas en Berlín. Pero, además de las diferencias ideológicas, está el factor humano. Hollande se siente ninguneado por la canciller. Durante los últimos meses, Merkel se las ha arreglado para limitar, retrasar o dejar en vía muerta casi todos los acuerdos importantes alcanzados en las cumbres europeas. Sobre todo, los de junio de 2012, cuando Merkel aceptó dos ideas francesas que deberían haber ayudado a mejorar la economía real: la unión bancaria, y el pacto por el crecimiento.

Un año después, Hollande y el nuevo jefe del Gobierno italiano, Enrico Letta, han pedido que en la próxima cumbre de junio se aplique lo acordado entonces: todo un símbolo de la resistencia alemana a las ideas ajenas.

Cada vez más, el choque entre fe y razón, y la filosofía del sacrificio alejan a Alemania del resto de Europa. En Berlín, cuando los líderes hablan, fuera de micrófono, del “factor humano” de la economía, suelen referirse a la “confianza de los mercados” financieros. No es que Merkel o su ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, confíen en los inversores. Al contrario. Pero la prima de riesgo y la huida de la inversión son la única medida de la eficacia de un país. Hay otro consenso de hormigón en los principales partidos políticos alemanes: los recortes que hizo el SPD hace 11 años son el germen de la aceptable situación económica del país, boyante si se compara con las demás (aunque con ocho millones de minijobs o subempleos).

Puestos ante la evidencia del desastre que esas mismas medidas provocan a sus socios, no es raro que un líder democristiano alemán aduzca que “la economía no son solo matemáticas” y que lo más importante es recuperar la “confianza”, el mantra favorito de Schäuble. Y enseguida echan mano de las raquíticas señales de recuperación en España o Irlanda, bendecidas por los mercados de deuda, olvidando que la rebaja de los intereses se debe, según todos los expertos, al plan de intervención en los mercados de deuda del BCE, que por cierto todavía topa con la resistencia del Bundesbank.

Otro consenso alemán —y bruselense, que a veces tanto monta— es el que prima respecto a Francia, para la que auguran o recortes o miseria. En Alemania se percibe que las diferencias se deben a la cerrazón francesa ante las reformas. Reformas, obviamente, a la alemana. Cuando le toca defender a Hollande ante los conservadores, el líder parlamentario de los socialdemócratas alemanes, Frank Walter Steinmeier, pide comprensión: Francia, dice, está como Alemania en 2001. Es decir, antes de los recortes de Gerard Schröder. Esas opiniones tienen una explicación: el primer ministro de Finanzas de Merkel, y puede que aún más duro que el actual, se llamaba Peer Steinbrück. Y es la cara del cartel electoral del SPD en los próximos comicios.

El problema del SPD es que la masa de alemanes que aplaude la austeridad está formada, en su gran mayoría, por votantes de centro que simpatizan con la canciller. Da fe de ello el 40% de apoyos que cosecharía hoy la CDU, según una encuesta reciente. El lío es tan extraño que otro histórico de los socialdemócratas alemanes, Oskar Lafontaine, acaba de pedir que Alemania salga del euro.

En Bruselas la inquietud es creciente. Nadie piensa que las cosas tengan fácil arreglo. “Francia y el sur de Europa están frustrados por la intransigencia de Alemania con la austeridad; Alemania está frustrada con la resistencia a las reformas en Francia y en el sur de Europa. El consenso es que la austeridad ha ido demasiado lejos. Pero el consenso dice también que ni Francia, ni España ni Italia están para liderar nada”, confiesan fuentes europeas. “Se va a abrir la mano porque la recesión empieza a morder a los países del centro. Pero que nadie espere grandes cosas hasta las elecciones alemanas. Y ni así hay que hacerse ilusiones”, explica un diplomático.

Las relaciones con el país vecino, de eso no cabe duda en Berlín, atraviesan uno de sus peores momentos. Pero, en la Cancillería, el lema es “no hay alternativa”, como en los mejores años de Margaret Thatcher. En cualquier caso, la rebelión del sur parece estar en marcha. Portugal, España, Italia y Grecia no aguantan más. Y Francia se siente mucho más cerca del sur que del este, como ha demostrado el primer viaje europeo de Enrico Letta, el católico de centroizquierda catapultado a la principal poltrona italiana. Tras verse con Hollande en el Elíseo, los dos han puesto las cartas sobre la mesa: si Alemania no cede, Europa se muere. “Ningún país puede salir del agujero solo, la solución es necesariamente europea, y si es buena para Europa, será buena para Alemania”, lanzó Letta. “Sin crecimiento no solo habrá más paro y más pobreza, sino que los populismos acabarán imponiendo en toda Europa los peores instintos”, le secundó Hollande.

Aunque la crisis en Francia es más llevadera que en los vecinos del sur, y aunque el Estado social no se ha puesto —todavía— en cuestión, los franceses, con 3,2 millones de parados en el Hexágono, tienen miedo hasta de sí mismos. Un síntoma de ese ambiente deletéreo: en algunos sondeos, la líder ultraderechista y xenófoba Marine Le Pen tiene ya una intención de voto superior a la del presidente de la República. Y el mal se extiende por Europa: el ascenso del UKIP británico esta semana subraya esa misma tendencia, peligrosísima para la Unión a un año de las elecciones europeas de 2014.

“Si las cosas no varían vamos a ver un Parlamento Europeo poblado de euroescépticos, nacionalistas, populistas y xenófobos: una jaula de grillos antieuropeos en muchos casos. La paradoja es que a algunos líderes europeos no parece preocuparles, porque favorece la deriva intergubernamental en las instituciones comunitarias”, advierten fuentes diplomáticas en Bruselas. Según el socialista galo Cambadélis, “antes de que lleguen los populismos, la izquierda debe imponer su modelo. El año que viene el Parlamento Europeo podrá elegir al presidente de la Comisión, y si cambia la mayoría podremos librarnos del presidente Barroso y elegir a un progresista. Eso cambiaría bastante las cosas”.

Los alemanes parecen cada vez más solos, pero nada indica que vayan a ceder un milímetro. Como señala el escritor José María Ridao, el problema no lo tiene Merkel, sino Europa: “Berlín no parece entender hasta qué punto las heridas infligidas al proyecto europeo podrían ser irrecuperables. Quizá 26 millones de parados sea la línea de no retorno. A veces las decisiones económicas producen situaciones políticas extremas. Grecia es el laboratorio que explica adónde conduce la cura liberal. La UE ya no se asocia con bienestar y progreso, sino con paro y exclusión social. Y eso es devastador para el europeísmo”.

De forma incomprensible, los países perjudicados por el austericidio o en la lista de espera no han apostado todavía por una política común europea. “Alemania ha impuesto tanto la decisión como el marco institucional donde se adopta con un solo objetivo: resolver su riesgo financiero. Eso ha debilitado a Europa entera con la complicidad de los Gobiernos nacionales, unos por miedo y otros por convicción ideológica”, explica Ridao, que subraya otra gran paradoja. “Alemania ha extendido su modelo a los socios siguiendo la estrategia de las utopías del siglo XX: sacrifiquemos algunas generaciones y tendremos un futuro radiante. La promesa ya no ofrece monstruosidades épicas y trágicas como la sociedad sin clases o el Reich milenario. Ahora el ideal es digno de un tendero: cuadrar gastos e ingresos, conseguir la consolidación fiscal”.
El País, 5 de mayo 2013
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Shé
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Re: El posible hundimiento de Europa

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"El euro fue una de las formas por las que el neoliberalismo entró en Europa"

El profesor portugués e intelectual referente para los movimientos sociales, Boaventura de Sousa Santos, analiza para ‘Público' la crisis de la UE y la trampa capitalista de la deuda soberana y las políticas de austeridad para destruir el último bastión de la protección social y laboral, Europa.

ANA PARDO DE VERA Madrid 15/06/2013 21:15 Actualizado: 16/06/2013 08:15
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El profesor De Sousa, en un momento de la entrevista en Madrid. JAIRO VARGAS
Boaventura de Sousa Santos es doctor en Sociología del Derecho por la Universidad de Yale y catedrático de Sociología en la Universidad de Coímbra. Este fin de semana está en Madrid con la Universidad Popular de los Movimientos Sociales (UPMS), una iniciativa que llega por primera vez a España y reúne durante los dos días a más de 40 colectivos y movimientos sociales, académicos y artistas de varios países en busca de fórmulas para organizarse y reconstruir el maltrecho sistema democrático en Europa.

¿Se puede decir ya que el proyecto de la UE es un fracaso?

Sí. La UE era un proyecto de cohesión social para crear un bloque nuevo y fuerte; un bloque económico, político y social, con políticas de cohesión muy importantes. La UE se concibió con dos ideas muy potentes: la de no volver a las guerras mundiales, provocadas ambas por el mismo país, y la de eliminar las periferias que existían desde el siglo XV: los países nórdicos, el sur de Europa (Portugal, España e Italia), el sureste (Balcanes y Grecia) y el este europeo.

El proyecto europeo iba a poner fin a esas periferias, con políticas muy importantes de fondos estructurales que pretendían uniformar la riqueza en Europa. En este sentido, el proyecto fracasó, pero es que muchos de nosotros ya sospechábamos que esto podía pasar, porque la existencia de las periferias era demasiado larga. Sin embargo, en los primeros años de la integración europea parecía que la UE resultaba: por ejemplo, en Portugal, la renta media alcanzó el 75% de la europea en 2000; sin duda nos aproximábamos y, de pronto, todo el proceso quebró y los países ex periféricos vuelven a ser tratados como tales. Desde entonces, la lógica colectiva de construcción social, económica y política ha pasado a ser una dinámica de centro-periferia que dominó sobre todas las otra lógicas. Una lógica, además, en la que el centro ni siquiera es la Comisión Europea, sino Alemania.

La UE debe reinventarse, hay que reinventarla. De lo contrario, el futuro en Europa se presenta muy negro.

¿Y el proyecto del euro? ¿En qué punto está?

La pregunta sobre el proyecto del euro no es si fracasó o no, sino qué es lo que se pretendía con él. Y en este caso, existió la trampa desde el inicio, porque el euro fue una de las formas en que el neoliberalismo internacional penetró en Europa, que hasta entonces, era el bastión de defensa del Estado social; el único donde el neoliberalismo no había entrado gracias a que los países tenían partidos socialistas y -también a veces en la oposición- partidos comunistas, ambos muy fuertes. Los partidos venían de una tradición socialdemócrata muy arraigada que exigía educación pública, sanidad pública o sistema de pensiones públicos, por lo que la resistencia a que el neoliberalismo entrase país a país era muy grande. Por eso no penetró así, sino que lo hizo por encima: a través de la Comisión primero, por el Banco Central Europeo (BCE) después y por el euro finalmente.


“La democracia en Europa está suspendida y derrotada por el capitalismo”
Mediante la construcción neoliberal del euro y el BCE, el país dominante desde entonces -Alemania- ha puesto sus reglas y la moneda es definida en su valor internacional de acuerdo a los intereses económicos de Alemania, y no a los intereses de Portugal o España, por ejemplo. A los países del sur, increíblemente, nunca se les ocurrió la idea de que pudiera ocurrir esto, porque se creyeron lo de que estaban en un bloque político y económico, en donde no había deuda griega o española o portuguesa, sino que existía la cohesión y nunca habría especulación. Sin embargo, debido a los intereses de sus bancos, Alemania decidió que sí habría deuda griega, irlandesa, portuguesa o española, con lo que hizo a estos países muy débiles, sin que Europa les diese garantías y promoviendo la especulación financiera al transmitir la idea de que estos países sólo encontrarían la solución después de una intervención brutal.

Una intervención que no ha servido para nada y que ahora, parece que empiezan a reconocerlo así quienes la impusieron. ¿Estamos ante una improvisación o el juego está totalmente calculado?

Es más trágico todavía, porque no es nada nuevo. El problema de Europa es que ni tiene nada que enseñar al mundo ni puede aprender con el mundo. Nada que enseñar porque la sequía de ideas, novedades o alternativas aquí es total y nada que aprender porque la arrogancia colonial de este continente es absoluta también y no le permite aprender. Por ejemplo, cuando decimos: "En Brasil, Argentina o Ecuador se hizo así", y enseguida nos respondemos: "Ésos son países menos desarrollados".

¿Seguimos con ese sentimiento de superioridad?

Seguimos con esa arrogancia colonial, sí. Y no lo tomamos en serio, pero es que eso que ha dicho el FMI hoy, lo dijo en Tanzania, Mozambique e Indonesia antes, lo conozco bien. Lo de aplicar las medidas y después, decidir que fueron excesivas es recurrente. Y una agencia que ha aplicado unas medidas que han generado tanta pobreza, tanto sufrimiento en los países, debería ser demandada ante los tribunales; y ya no digo por un delito criminal, pero al menos, sí por negligencia. Tiene que haber una reparación civil para los países afectados, porque, además, dicen que cometieron un error con sus políticas y las siguen aplicando.


“Tiene que haber una reparación civil para los países afectados por las medidas de austeridad”
No hay propósito de la enmienda...

Ninguno. Pero es que, además, a la UE no le gusta que el FMI se retracte, porque está comprometida con las políticas de austeridad y si en Alemania se percibe que son negativas, Angela Merkel puede perder las elecciones. Todo está organizado para que nada cambie hasta las elecciones alemanas, por lo que Italia, Grecia, Portugal o España deben esperar y lo hacen, digo yo siempre, con una democracia suspendida.

Y los ciudadanos que sufrimos los recortes, ¿qué podemos hacer? ¿También hemos de esperar a que transcurran las elecciones alemanas para presionar a nuestros gobiernos y que hagan algo, en su caso?

Los gobiernos no van a hacer nada, porque como digo, son completamente dependientes del mandato alemán. Y aunque la gente rechaza esto, no lo hace de una manera fuerte y articulada. Este fin de semana, con el proyecto de la Universidad Popular de los Movimientos Sociales (UPMS), precisamente, estamos intentando ver cómo se puede resistir, conociendo las diferencias de los distintos grupos, averiguando por qué unos están interesados en una medida y otros en otra o por qué algunos creen que se debería crear un partido y otros no. La semana pasada, en Portugal, estuve trabajando en una iniciativa con el ex presidente de la República, Mario Soares, a través de la cual juntamos a 600 personas en una sala para pedir la caída del Gobierno actual, elecciones anticipadas y un Ejecutivo de izquierdas. Fue la primera vez, después del 25 de abril, que conseguimos juntar a representantes del Partido Comunista, del Socialista y del Bloque de Izquierda para formar una alternativa de izquierdas. Aunque sabíamos que por razones históricas es muy difícil lograrlo.

Como en España...

Aquí también, aquí también... Y en Portugal, al final, nos dimos cuenta de que era imposible, que jamás habría una alternativa de izquierdas. ¿Por qué? Porque, por un lado, Bloque de Izquierda y Partido Comunista quieren renegociar la deuda y, además, han concluido que parte de esta deuda no se puede pagar -es el 130% del PIB-, o abocaremos al empobrecimiento a las generaciones siguientes. Todo el dinero que entra de la troika va a pagar la deuda, ni un céntimo va para la salud o el hogar de las personas.


“El movimiento para democratizar la democracia a veces resultará violento contra la propiedad y, a veces, ilegal”
Por otro lado, el Partido Socialista, que está dominado por la lógica del neoliberalismo desde hace tiempo, quiere ser Gobierno, además, en el marco europeo dominado asimismo por el neoliberalismo. Por tanto, propugna que de negociar la deuda, nada: hay que pagarla toda, aunque se negocie sobre las tasas y los periodos de pago, por ejemplo.

Y ahí se acaba el objetivo de la reunión, unir a la izquierda.

Ahí se acabó.

¿Cómo ve en España a los partidos de izquierdas?

La misma división, aunque en Portugal es más grave, porque... ¿Quiénes fueron los invitados españoles a la reunión de Club Bilderberg en Hertfordshire (Reino Unido)?

El ministro de Economía, Luis de Guindos; el consejero delegado del Grupo Prisa, Juan Luis Cebrián; el de Inditex, Pablo Isla,... ¿Por qué?

Porque la asistencia desde Portugal fue muy interesante, muy ilustrativa sobre el futuro: acudieron al Bilderberg el secretario del Partido Socialista y el secretario del partido de derechas que está en el Gobierno, o sea, que la elite internacional ya ha decidido las elecciones. Los portugueses van a trabajar hasta las próximas elecciones, luchando para que haya un Gobierno de izquierdas -idiotas ellos-, las elecciones ya están decididas y los socialistas comulgan con eso. Por eso, yo creo que en Europa vamos a entrar en un periodo cada vez más duro y con más recortes; yo le llamo un periodo post institucional (‘Después de las instituciones'), porque las instituciones del Estado no responden y la gente no se siente representada por estas instituciones.

¿Qué podemos esperar de un periodo así?

Será un periodo turbulento y largo, a mi juicio, y será una lucha por la redefinición de la democracia. No es casualidad que los jóvenes aquí en España o en Portugal hablen de Democracia Real o apelen a la Democracia Ya, porque la democracia en Europa está suspendida y derrotada. Ha habido un conflicto entre democracia representativa y capitalismo y ha ganado el capital.

¿Y hay alguna posibilidad de que se levante de nuevo la democracia?

Sólo cuando el capitalismo tenga miedo. Hasta ahora, los bancos han sido rescatados con dinero público, pero no habrá posibilidad de rescatarlos de la misma manera otra vez, a menos que los ciudadanos sean reducidos a la condición de esclavos. Puede haber una catástrofe y tenemos que luchar antes de que llegue, buscando todos los errores que se cometieron en las políticas progresistas de Europa. Por ejemplo, creer que sólo un pequeño grupo en cada país era politizado: los miembros de partidos, ONGs o de movimientos sociales. El resto de ciudadanos era una masa informe, despolitizados que no tenían ninguna relevancia política, pero que son los que están ahora en la calle.


"En Europa, ha habido un conflicto entre democracia representativa y capitalismo y ha ganado el capital"
De ellos va a venir el futuro; la transformación democrática va a llegar de la mano de todos los indignados: pensionistas, jóvenes, médicos, profesionales,... que implican, además, una unión intergeneracional que antes no existía y que tienen que llevar a cabo una revolución democrática; la necesitamos para no llegar a la catástrofe.

¿Cómo se aborda una revolución democrática en la situación actual? ¿Qué significado tiene más allá de los términos?

Significa democratizar la democracia a través de un movimiento popular muy fuerte, que a veces resultará violento, aunque nunca contra las personas, y a veces resultará ilegal, porque una de las características de los Estados neoliberales es ser cada vez más represivos.

¿Con ser violentos se refiere, por ejemplo, a los escraches y con ser ilegales, a iniciativas como Rodea el Congreso?

Sí, hay que fortalecer todos esos movimientos.

¿También el 15M en su conjunto? Hay quien tiene la percepción de que es un movimiento que nació con mucho ímpetu y se ha ido desinflando, perdiendo fuerza. ¿Tal vez porque ya es España un país resignado?

No creo que seamos -e incluyo a mi país, Portugal- países resignados, sino que hemos sufrido más de 40 años de dictadura; 48 años en mi país, más que en España. Mientras tanto, pasaban por nuestro lado los movimientos europeos de participación política (movimiento estudiantil, el de 1968, por la liberación de las colonias,...) Estábamos muy aislados, por eso nuestros países no tienen ahora la cultura democrática de resistencia. Por otro lado, hay elementos coyunturales que influyen en los movimientos y, por ejemplo, no podemos creer que las plazas se van a llenar igual en invierno que en primavera o verano.


“Un movimiento no se construye con autonomía individual, sino con autonomía colectiva”
Además, los movimientos al mismo tiempo que maduran, se dividen: hay gente centrada en los desahucios, otra en la sanidad; gente que cree que se debería crear un partido, otros que no; personas que hablan de consejos populares, formas de control ciudadano,...

¿Y cómo se organiza todo eso? ¿Con qué nos quedamos?

La revolución democrática va a tener dos pies: cambiar la democracia representativa neoliberal a través de un cambio del sistema político que conlleva, a su vez, un cambio del sistema partidos. Es decir, que conlleva la participación de independientes en el sistema político, en la regulación y financiación de los partidos, en el sistema electoral,... Hay mucho que hacer, pero sobre todo, sabiendo que la reforma nunca va a venir de los partidos, que saben que saldrán perdiendo con esto, sino que va a venir de los ciudadanos. La democracia participativa resultante -de la que ya tenemos experiencia fuera de Europa- traerá nuevas formas de actuación: referéndums, consejos populares, consejos sectoriales, presupuestos participativos a nivel local o regional, por ejemplo;... O sea, democracia directa que controle a los elegidos, que vaya más allá de la autorización a gobernar; que vaya hasta la rendición de cuentas, ésta que debe llegar de fuera, de ciudadanos organizados. El problema es que ahora no están organizados.

¿Se refiere al movimiento de los indignados? ¿Qué crítica(s) tiene que hacerles?

Tengo varias. Primero, a las asambleas en donde se toman decisiones por consenso que pueden ser totalmente paralizantes, pues una pequeña minoría puede impedir cualquier decisión. Con fórmulas dominantes de decisión no va a haber formulación política; y sin formulación política no hay alternativas. Segundo, al sistema de gran autonomía individual que manejan (cada uno decide cuándo entra y cuándo se va, por ejemplo) y que es más semejante al neoliberalismo de lo que piensan. Un movimiento no se construye con autonomía individual, sino con autonomía colectiva. Y no la tienen. Tercero, un rasgo que estamos viendo, sobre todo, en los acampados de EEUU y en algunos de aquí: tiene más legitimidad quien se queda más tiempo acampado en la plaza. No tienen en cuenta que hay que gente que es muy buena, pero que tiene que ir a trabajar o ir a casa a atender a los niños. ¿Son menos legítimos por eso? No, porque permanecer más tiempo en una plaza no es un criterio de legitimidad democrática.

¿Todo esto no ha impedido avanzar más al movimiento de los indignados?

Yo trabajo con ellos como intelectual de retaguardia, que es lo que me considero, y creo que en estos momentos, no son un movimiento; son presencias que no tienen propuestas muy concretas y los entiendo, porque es todo el sistema el que está podrido y quieren reconstruirlo desde abajo. Para ello, piden una nueva Constitución y eso sí es positivo; piden un impulso constituyente, algo que yo vengo defendiendo: una nueva Constitución que retire el monopolio de la representación política a los partidos; que establezca diferentes formas de propiedad, más allá de la estatal y la privada -se han perdido las formas de propiedad comunal o de cooperativa, por ejemplo-; que asiente una nueva forma de control social más articulada; una reorganización total del sistema de justicia, y una fórmula para proteger nuestras constituciones de la especulación financiera y de deudas que no se pueden pagar.


“Todo está organizado para que nada cambie hasta las elecciones alemanas”
Esa deuda es precisamente la coartada para imponer las políticas de austeridad...

Pues mire lo que pasa en Portugal con ellas: una deuda del 130% del PIB, el desempleo creciendo y una recesión cada vez mayor. Quienes gobiernan lo saben y, por eso, yo estoy cada vez más convencido de que esto no es una crisis. Tenemos que luchar también por los términos del debate, porque esto no es una crisis: es una gran maniobra del capitalismo internacional financiero para destruir la última fortaleza que existía en el mundo de protección social y trabajo con derechos. El remedio de la crisis está empeorando la crisis o, lo que es lo mismo, el médico está matando al enfermo. Y lo peor es que no necesariamente cuanta más crisis hay, hay más resistencia. Porque hay niveles de crisis tan grande y en los que la gente está tan empobrecida, tan deprimida, que no sale a la calle; gente que se suicida, que toma ansiolíticos; gente que interioriza la crisis y se vuelve contra sí misma. Estamos entrando en ese proceso. Por eso, creo que este año va a ser decisivo para saber si tenemos energías y damos la vuelta a esto. Eso es lo que vamos a hacer este fin de semana en la UPMS, ver si podemos articular algo para generar turbulencias políticas que no permitan a estos gobiernos -estos sistemas de protectorado, en realidad- seguir gobernando.
Público, 16 de junio 2013
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Shé
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Re: El posible hundimiento de Europa

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Más de lo mismo. Pero es que la realidad solo es una, mientras que las mentiras y la demagogia son múltiples y de muchas caras.
"Si Alemania no aplica otra política el euro no va a funcionar"
Entrevista a Fernando Luengo, coautor del libro 'Fracturas y crisis en Europa' (Editorial Clave Intelectual Eudeba). Cree que con otra política económica alejada de la austeridad "ya estaríamos saliendo de la crisis".

JORGE OTERO Madrid 16/09/2013 07:36 Actualizado: 16/09/2013 11:20
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Fernando Luengo, coautor del libro 'Fracturas y crisis en Europa'.J.O.M.
"Lo más urgente es parar el desastre social que se está produciendo en este país". Fernando Luengo, profesor de Economía Aplicada en la Universidad Complutense de Madrid y destacado miembro del colectivo Econonuestra (cuyo blog se puede leer en Público) alerta en en esta entrevista de los estragos que está produciendo la austeridad y del empobrecimiento no sólo económico, sino también intelectual y cultural al que la crisis está abocando a España.

Ahora publica junto a los profesores Ignacio Álvarez Peralta y Jorge Uxó el libro Fracturas y crisis en Europa, disponible desde este lunes en la tienda de Público. La obra constituye un certero análisis de las causas de esta crisis, a la que los autores llaman la Gran Recesión, y se centra en las deficiencias y en los desequilibrios que han provocado la construcción europea y la creación del euro. El libro también propone alternativas, entre ellas construir otra Europa, apostar por otro modelo productivo al servicio de los intereses de los ciudadanos, acometer verdaderas políticas de empleo, aumentar los salarios y el gasto social y, finalmente, una reforma fiscal más justa y equitativa que permita liberar recursos para una sociedad que quizá ya no pueda recuperar lo mucho que ha perdido con esta crisis.

La sensación que transmite el libro es la misma que transmiten otros autores: que esta crisis era evitable y que algunos la aprovechan como una oportunidad para barrer el Estado de bienestar.

Creo que si se hubiera hecho otra política económica estaríamos saliendo de la crisis. Las élites políticas y las oligarquías económicas están aprovechando la oportunidad para hacer lo que siempre habían soñado: desmantelar la resistencia de los sindicatos, bajar los salarios, ocupar los espacios públicos y modificar de manera sustancial las relaciones de poder. La crisis es la tormenta perfecta para sacar adelante la utopía neoliberal.

¿Cómo se ha generado esa tormenta perfecta?

Si yo tuviera que señalar las causas de fondo de la crisis citaría en primer lugar la desigualdad. La desigualdad está en el origen de la crisis porque está en la base del endeudamiento masivo. También ha influido la financiarización de las economías porque lo financiero ha entrado en la lógica de las empresas. Los desequilibrios productivos existentes en Europa tienen también tienen mucho que ver con la situación. Europa ha fracasado en esa agenda teórica de promover la convergencia. Por último no podemos olvidar la Unión Económica y Monetaria: la creación del euro también es responsable de esta crisis.

Nuestros gobernantes no dan con la solución.

Ellos apuestan por la austeridad, pero detrás de la austeridad lo que hay es una estrategia de bajar los salarios, de aumentar los excedentes empresariales y de convertir lo público en negocio. Los grandes capitales buscan nuevas formas de acumulación. El diagnóstico que se hace de la crisis no es que esté equivocado, es que es un diagnóstico interesado para imponer una determinada política económica. Los intereses de la troika son una inercia superpoderosa.


"Asistimos a un secuestro de la soberanía popular. Los elementos de la democracia formal no están siendo respetados"
Utiliza el verbo imponer, ¿el capitalismo es compatible con la democracia?

Lo dudo mucho. De hecho hay una muy preocupante deriva antidemocrática en la Unión Europea (UE). La actual política económica viene impuesta por instituciones que no son democráticas (UE, FMI y BCE). En España tenemos un claro ejemplo: el Gobierno del PP está aplicando una política económica impuesta por los mercados que no tiene nada que ver con su programa electoral. Asistimos a un secuestro de la soberanía popular. Los elementos de la democracia formal no están siendo respetados.

¿Es necesaria pues una regeneración democrática?

Es necesario que se recuperen espacios democráticos y eso sólo será posible con una movilización social. Pero en mi opinión esa regeneración democrática no consiste sólo en cambiar las cúpulas de los partidos, sino que implica un cambio en profundidad de la lógica económica.

¿Esa lógica económica incluye un cambio de modelo productivo?

Un nuevo modelo productivo es imprescindible en los llamados países periféricos de la Unión Europea (UE). Hay que apostar por la reindustrialización y por un cambio productivo orientado hacia especializaciones de más calidad y de más contenido tecnológico. Pero al mismo tiempo es necesario situar en el centro de la política económica la creación de empleo. Y eso no se está haciendo porque las políticas económicas que se aplican están instaladas en una lógica que no funciona: la austeridad no da lugar a crecimiento y el crecimiento no necesariamente da lugar a más empleo; y más empleo no significa empleo decente. Hay que aplicar una política económica que permita recuperar la economía pero con otro tipo de crecimiento. Y por eso es imprescindible otro modelo productivo que apueste por la sostenibilidad, la equidad, el empleo, la producción y la protección medioambiental.

En el libro ustedes defienden que los salarios deben crecer, pero está ocurriendo justo lo contrario.

Es una obscenidad y una mentira decir que los salarios son los responsables de la crisis o que bajarlos es la solución. Así lo único que se consigue es una política procíclica que agrava y prolonga la crisis. Los beneficios de las empresas sí que están creciendo, pero ese excedente empresarial se está utilizando para desendeudarse y para comprar activos financieros y no va a la inversión productiva. Aquí los salarios juegan un papel crucial porque dinamizan la demanda. Pero desde hace tres décadas los salarios han crecido menos que la productividad. Llevan 30 años estancados y ese estancamiento se ha suplido con deuda. Pero ya no existe el mecanismo de la deuda. Por tanto, el estancamiento salarial, al no existir el plus de la deuda, lo que hace es deprimir la demanda.

Pero desde el poder político y financiero no se cansan de repetirnos que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades.

Los trabajadores no son culpables de la crisis. Los culpables de la crisis son los grupos financieros. Los salarios tienen que crecer no sólo para dinamizar la demanda, sino también por justicia social, para evitar el aumento de la pobreza. Está aumentando de manera tremenda esa amplia categoría de trabajadores pobres: personas que trabajan, muchos a tiempo parcial y en precario, y que perciben un salario que está en los umbrales de la pobreza. Así que primero es de justicia que aumenten los salarios porque llevan tres décadas descolgados de la productividad; segundo, no son los culpables; tercero, es necesario para que aumente la demanda y crezcan las expectativas de las empresas; y cuarto, es necesario para evitar la fractura social, aunque no sé si ahí llegamos tarde porque la fractura social en Europa es irreversible.


"Es una obscenidad y una mentira decir que los salarios son los responsables de la crisis"
¿Qué Europa debemos construir?

Aunque es poco probable que se produzca dada la colisión de intereses que ahora mismo hay una UE, es imprescindible un rediseño institucional. Europa debería tener como uno de sus objetivos fundamentales las transferencias de renta entre los Estados y una política de inversiones en los países del sur. Habría que reconstruir Europa con unos criterios más redistributivos; una Europa donde hubiera nuevos consensos y donde Alemania procediera a un ajuste de su economía para eliminar los desequilibrios macroeconómicos que están el origen de la crisis.

¿Es mejor estar dentro o fuera del euro?

Ese es un debate que ya está sobre la mesa. Pero hay que ser cautos. Todas las opciones están abiertas, incluso la salida. El tema no es si me quedo o me voy; la cuestión es es si se puede cambiar y reconstruir la política económica y si esa reconstrucción es compatible con la existencia de una moneda que debiera cambiar muchas cosas. Es cierto que hay economistas muy significados y de referencia en el Reino Unido y en Francia que ya plantean una disolución ordenada del euro y una salida ordenada de la unión monetaria. El propio funcionamiento de la unión monetaria es muy problemático sin introducir reformas en profundidad que ahora no se contemplan. Hacen falta una banca comunitaria y un Tesoro público comunitario, pero para eso hace falta otra política económica por parte de Alemania. Si Alemania no aplica otra política el euro no va a funcionar.

¿Cree que Alemania puede cambiar su política?

Alemania y los poderes fácticos están en una actitud absolutamente inmovilista: han marcado la línea roja de que el Banco Central Europeo (BCE) no actúe como un auténtico banco central. El BCE es el banco de los bancos, no de los Estados. La política de Bruselas está orientada a proteger a los grandes corporaciones financieras. Tampoco será posible habilitar mecanismos de deuda mancomunada. La UE se está refundando a la medida de los intereses de Alemania y de las oligarquías financieras e industriales. Ciertos grupos económicos se están enriqueciendo de una manera desmesurada con el euro. Pero hay que pelear por otra Europa. Nos jugamos mucho. Nosotros en el libro apostamos por una política de salida de la crisis progresista, equitativa, solidaria y sostenible. Hay que acumular fuerzas en Europa pero nadie puede descartar una salida del euro.

¿Lo de Merkel es puro colonialismo económico?

La política de deprimir la demanda interna para ser competitivos en las exportaciones y aprovechar su privilegiada posición geográfica para comprar barato en la Europa del Este y exportar a los países periféricos del sur de Europa y al resto del mundo no puede funcionar. La política de Alemania es ultramercantilista, sólo busca empobrecer a sus trabajadores. Entre el 20 y el 25% de sus trabajadores ya viven por debajo del umbral de la pobreza. La política de Alemania de bajos salarios está en el origen de la crisis porque eso ha hecho que su economía esté básicamente orientada a las exportaciones y sus exportaciones son nuestra deuda externa.


"Las cuentas públicas y el déficit no fueron el origen del problema, son la consecuencia"
¿Es partidario de una quita de la deuda?

Las cuentas públicas y el déficit no fueron el origen del problema, son la consecuencia. Ahora que la masiva ayuda a los bancos ha convertido deuda privada en deuda pública es cuando nos dicen que sí hay un problema en las cuentas públicas. Eso es lo peor de lo peor porque yo considero que un actor importante en el viraje de la política económica tienen que ser los Estados. Nosotros en el libro defendemos más gasto público y no menos, como se está haciendo ahora. Hay que aumentar el gasto público y movilizar recursos. Si el sector privado no puede gastar, tiene que gastar el Estado, pero para ello, para que el Estado pueda activar la demanda agregada tiene que plantearse el tema de la deuda. Pagar los intereses que genera esa deuda es una losa que hace imposible otra política económica porque detrae recursos para otras partidas. Es por tanto imprescindible alguna forma de reestructuración: una quita, una moratoria, una renegociación o lo que se plantea desde los movimientos sociales, que es la impugnación de la deuda ilegítima.

Ustedes definen esta crisis como la Gran recesión. ¿Qué escenario dibuja para la economía española a corto y medio plazo?

Una economía no puede estar siempre en caída libre porque una economía en caída libre se extingue. Lo que el Gobierno y la troika preveían no se ha cumplido. Esperaban que la crisis tendría forma de J: una caída seguida de una rápida recuperación. En el conjunto de la UE la evolución ha sido en forma de J invertida: caída mucho más profunda de lo que se creía inicialmente, en parte por la política de recortes aplicada a partir de 2010, y una recuperación también más lenta y menos intensa. En esa J invertida se encuentran las economías europeas, pero no España. España está en una L: una caída muy pronunciada seguida de un estancamiento o una levísima y lentísima recuperación. Ese es el escenario para los próximos años. Yo preveo una dinámica de lo que ocurrió en algunos países latinoamericanos: el llamado Stop and Go, es decir crecer un poco y luego parar por la intensidad de los desequilibrios que genera ese crecimiento.

Es obvio que no comparte el mensaje triunfalista del gobierno.

Es que esto no tiene solución. La salida de la crisis incluso en términos convencionales aún está muy lejos. Incluso aunque se creciera nada asegura que una recuperación del PIB signifique más empleo y más salario. Al contrario, es muy probable que las empresas quisieran salir utilizando más intensivamente la fuerza de trabajo que ahora tienen. En un contexto donde todavía habría mucha incertidumbre por la problemática de los bancos, es muy probable que las empresas sigan sin contratar. De ese crecimiento no se van a beneficiar los que se han quedado en la cuneta.

Tampoco cree que las llamadas "reformas estructurales" den frutos.

Los cambios estructurales se resumen en uno: la reforma laboral. No ha habido más. ¿Se ha actuado estratégicamente sobre un sector financiero sobredimensionado y con un perfil claramente especulativo? No. Ese es el pollo del arroz con pollo de todos los cambios estructurales: reducir el sector financiero, garantizar que canaliza recursos hacia familias y empresas para facilitar el desendeudamiento y facilitar la inversión productiva y de paso desactivar el potencial especulativo de la economía. En lugar de eso se hace una reforma laboral que ha llevado las relaciones laborales a un punto absolutamente inédito en la UE porque ha destruido la negociación colectiva y ha dado un poder total y absoluto al empresario. Ahora por menos salario se trabaja más horas y el tiempo que se está en el puesto de trabajo se trabaja con más intensidad. Esto supone una enorme pérdida de la capacidad adquisitiva de los trabajadores.


"Incluso aunque se creciera nada asegura que una recuperación del PIB signifique más empleo y más salario"
Si fuera ministro de Economía, ¿qué tres medidas adoptaría?

Lo más urgente es parar el desastre social que se está produciendo en este país. Hay que parar las políticas de austeridad. Olvidémonos de ella. Lo primero que haría es una reforma fiscal introduciendo más progresividad en el sistema, eliminando exenciones y luchando de verdad contra el fraude. También aumentaría el gasto público social para paliar la fragmentación y la desigualdad social, que ahora mismo es espeluznante. Por último, adoptaría una política para crear empleo y pondría a los actores sociales e institucionales a trabajar en una reformulación del tejido productivo español.

¿Hemos cruzado el punto no retorno en los recortes sociales?

La crisis es un proceso de acumulación que ha generado una economía insostenible. Pero también es una oportunidad para los mercados, que han dicho: 'Vamos a librar una batalla'. Se está consolidando un capitalismo depredador. Ahora mismo el capital está instalado en una práctica de pura confiscación de activos públicos y de masa salarial. En un contexto de crecimiento económico los mecanismos confiscadores se debilitan, pero como no hay crecimiento económico —ni hay ni se espera que haya porque la situación es malísima—, el capital confisca renta salarial e intenta entrar en el muy suculento sector público, donde hay un potencial de negocio enorme, casi infinito para el sector privado, con el envejecimiento de la población.

Eso nos lleva a hablar de las pensiones.¿Qué le parece el ajuste que prepara el Gobierno?

Si trabajas más años, trabajas más tiempo, los salarios son más bajos y no se crea empleo, provocas entonces un cuello de botella en las pensiones. La sostenibilidad de las pensiones tiene mucho que ver con la política que se adopte. Si aplicáramos otra política ocupacional, otra política salarial y otra política productiva entonces el margen financiero del sistema sería mayor. El Gobierno está jugando con unas reglas que yo no reconozco.

¿Nuestros hijos vivirán peor que nosotros?

Es muy significativo el enorme empobrecimiento que han experimentado las clases medias. Clases medias que antes podían coger el ascensor social y ya no pueden hacerlo. De hecho, es que ya no hay ascensor. Ya no es sólo la clase obrera: un sector muy amplio de ciudadanos se ha quedado sin horizonte de progreso. Hay un magma social de frustración e impotencia.


"Una economía no puede funcionar con una tasa de paro del 27%: social y políticamente no tiene salida"
Y en estas circunstancas, ¿cómo no se produce un estallido social?

Una economía no puede funcionar con una tasa de paro del 27%. Pero además es que social y políticamente no tiene salida. A veces me pregunto cómo con esta situación no hay un estallido social. Posiblemente la economía sumergida está muy extendida y las redes familiares se están haciendo cargo de una parte de los damnificados.

¿Ni siquiera confía en que la izquierda pueda aportar alguna solución?

Lo que sale de esta situación es una correlación de fuerzas muy desigual entre la derecha y la izquierda. Un elemento de fortaleza de la izquierda es el Estado de bienestar. Si este se desmantela, el golpe a la izquierda es mortal Dudo que se pueda recuperar. La batalla política es de largo recorrido y de momento la izquierda va perdiendo espacios.
Público, 16 de septiembre 2013

Después de -y durante, y lo que nos queda- tantos abusos y atropellos, oyendo una explicación constante y coherente sobre el origen y consecuencias de la crisis por parte de diversas fuentes españolas y extranjeras, y de ver cómo el neoliberalismo más auténtico está reemplazando al estado de bienestar en nuestras mismísimas narices, solo nos falta explicarnos esto.
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Shé
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ELECCIONES EUROPEAS 2014

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Interesante entrevista al eurodiputado alemán por Los Verdes Gerald Häfner.

De nuevo, la importancia de votar, el año que viene más que nunca antes, a políticos que nos representen en el parlamento europeo. Y de acciones organizadas en la calle para reforzar el exiguo poder que les han dejado, mientras los ciudadanos nos distraíamos con el último modelo de PlayStation, Ipad o marca de deportivas antes, y con las miserias internas y el desencanto después.

Encontrar la diferencia entre el abanico de políticos que se presenten y elegir a aquellos que se dejarán la piel luchando por nuestros derechos, en lugar de votar "a los de siempre" ya que "son todos iguales", es lo que puede dar un giro al rumbo suicida que hemos emprendido.
"Hay una enorme falta de democracia y de legitimidad en la Unión Europea"
El eurodiputado alemán defiende un aumento de la participación ciudadana en las instituciones comunitarias y el fin de las políticas de austeridad

JAVIER PÉREZ DE LA CRUZ Berlín 02/11/2013 08:38 Actualizado: 02/11/2013 08:38
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El eurodiputado alemán Gerald Häfner.
Las elecciones que confeccionarán el próximo Parlamento Europeo en mayo de 2014 se aproximan. Entre la polvareda que muchos partidos populistas y antieuropeos están levantando, al estilo de Marine Le Pen en Francia, hay otros como el eurodiputado alemán por Los Verdes Gerald Häfner que hacen campaña abogando por todo lo contrario, por una Europa más democrática, más fuerte y más propia de sus ciudadanos.

"Necesitamos que haya un referéndum después de cada medida que toman instituciones como El Consejo Europeo o la Comisión Europea. Así, además de mostrar la verdadera opinión de los ciudadanos, las decisiones tomadas serían completamente diferentes porque sabrían que después tienen que pasar el examen popular", argumenta Häfner a Público antes de participar en el foro TransEuropa Festival celebrado recientemente en Berlín.

¿Con el nuevo gobierno en Alemania puede haber un respiro a las medidas de austeridad impuestas desde la Unión Europea?

Esa es una de las extrañas circunstancias en Europa. Acabamos de tener elecciones en Alemania, pero Europa no ha jugado ningún papel. No hubo ni debates, ni razonamientos de los partidos políticos durante toda la campaña electoral. Pero, al mismo tiempo, Alemania es la fuerza líder en Europa y su poder e influencia es enorme. Así pues, ni los ciudadanos alemanes, ni el resto de ciudadanos europeos tienen voz en las políticas europeas. Lo que sí nos encontramos es que hay una enorme falta de democracia y de legitimidad en la Unión Europea.

¿Entonces van a cambiar o no las políticas económicas de Europa ahora que en esa fuerza líder que es Alemania va a estar presente el punto de vista socialdemócrata del SPD?

Yo creo y espero que Alemania sí cambie sus medidas ahora, y que nuestras políticas, sobre todo en Europa, se vuelvan mucho más sociales. Es obvio que en Europa durante décadas nos hemos centrado en libertad, austeridad... Pero Europa no va sólo acerca de libertad, sino también de igualdad y solidaridad. Si no se consiguen manejar estos asuntos de una forma que los ciudadanos entiendan que esta es una Europa social y democrática y no sólo un libre mercado, entonces estamos fracasando y al final acabaremos destrozando el proyecto europeo.


"Ni los ciudadanos alemanes, ni el resto de ciudadanos europeos tienen voz en las políticas europeas"
¿Hay alguien en el Parlamento Europeo peleando contra las medidas de austeridad? Usted dice estar en contra, pero su partido, los Verdes, ha apoyado en el Parlamento alemán todos los paquetes de rescate, que incluyen las exigencias de recortes, que ha propuesto el gobierno de Angela Merkel...

Creo que, en general, los miembros del Parlamento Europeo tienen un pensamiento más europeo que los diputados de los parlamentos nacionales. Hay un apoyo creciente en el Parlamento a posturas que no se centran en austeridad y que apuestan por una cohesión social para un mayor crecimiento y un desarrollo sostenible en todo el continente. El problema es que el Parlamento Europeo está desempeñando un papel en el que simplemente puede decir sí o no a decisiones que han sido debatidas sin nosotros.

¿Que sólo lo han sido en los parlamentos nacionales?

Sí. Pero también los parlamentos nacionales sufren este problema. En los últimos cuatro años, hemos visto una reestructuración de las políticas europeas, y muchas decisiones son tomadas por los gobiernos de los Estados miembros en el Consejo Europeo donde, al final, los Parlamentos, simplemente, pueden decir: "estamos de acuerdo o no", pero donde no hay una verdadera discusión de las diferentes posibilidades políticas.

¿Debe existir una Europa a dos velocidades para terminar con la crisis del euro?


"No tiene sentido que exista una Europa para el norte y otra para el sur"
No, no tiene sentido que exista una Europa para el norte y otra para el sur, pero el problema es que cuando tienes diferente competitividad en los países, necesitas instrumentos para equilibrar las diferencias. Devaluar la moneda ya no es posible, pero cuando el euro se creó nadie pensó en ello. La solución no está en ir 20 años atrás y retomar las monedas nacionales, sino en crear nuevos instrumentos para lograr el equilibrio. Los eurobonos son considerados como una posibilidad, pero ahora tiene más apoyo, y es más probable, crear un fondo europeo de redención de deuda que dé salida a los problemas de financiación que muchos países tienen.

Usted critica la falta de democracia en las instituciones europeas y apoya una mayor presencia ciudadana en ellas. ¿Qué puede hacer un ciudadano español para poder hacer que su voz se escuche en Bruselas?

En primer lugar, debería votar en las elecciones europeas de mayo de 2014. El derecho al voto es todavía una de las más importantes formas de cambiar las políticas, pero eso no es suficiente. Si yo fuera un ciudadano español buscaría iniciativas con las que poder comprometerme y que van más allá de un simple voto. Una podría ser "Democracy International", en la que estamos ahora preparando, en colaboración con muchas otras ONGs europeas, una campaña que terminará con una convención para pedir el cambio de los tratados de la Unión. Lo que necesitamos después de todo este tiempo de inagotable crisis económica es una reacción. Necesitamos construir estructuras que no permitan que una crisis de estas magnitudes suceda de nuevo y que refuercen la democracia en Europa y la solidaridad. Por eso creo que dar tu voto a unos políticos que se supone te representan en el Parlamento europeo no es suficiente, sino que tienes que pedir a viva voz una mayor democracia dentro del sistema.

Se vuelve a presentar como eurodiputado con un discurso muy crítico con la tecnocracia. En cambio, muchos ciudadanos perciben a los parlamentarios como parte de esa tecnocracia, a la que se suman los escándalos políticos comenzando los fines de semana los jueves o de otros que se dejan querer por los grupos de presión ¿No hay contradicción en su discurso?


"El derecho a voto es una de las más importantes formas de cambiar las políticas, pero no es suficiente. Hay que pedir a viva voz una mayor democracia"
Probablemente los ciudadanos tengan razón en esa visión general, aunque no sé con precisión sobre qué o quién hablas. Pero está claro que en el Parlamento Europeo hay muy diferentes miembros. Los hay cercanos a los ciudadanos, los hay que no se toman su trabajo muy en serio y los hay que están muy relacionados con intereses de empresas y de grupos de presión. Así pues, hemos empezado a crear reglas más fuertes contra estas prácticas. Yo mismo soy el presidente de un comité en el Parlamento Europeo que es responsable del comportamiento de los diputados. Hemos promulgado nuevas normas que ahora por ejemplo fuerzan a cada miembro a ser transparente con cada actividad que lleve a cabo fuera del Parlamento. Todo el dinero que reciba de una empresa o de un tercer partido ha de ser declarado, así como cada regalo o cada invitación que acepte. Y si no se cumplen las normas, ahora tenemos sanciones con las que poder castigar las actitudes que se salgan de la norma.

¿Por qué no se reacciona desde el Parlamento Europeo contra tragedias como la de Lampedusa?

Hay que hacer una diferencia entre los tecnócratas de los que hablabas antes y los miembros del Parlamento. El problema es que cada vez tenemos soluciones más burocráticas y tecnocráticas procedentes de la Troika para problemas que sólo se pueden abordar con debates y decisiones tomadas por los ciudadanos o por representantes legitimados por ellos. Y este es uno de esos casos. No hay ningún interés por las personas que cruzan las fronteras para llegar a Europa. Estas no están representadas en los tratados, ni en nuestras leyes, y por eso se da una respuesta totalmente tecnocrática que lo único que pretende es que vuelvan a sus países. El Consejo, la Comisión y la Troika han creado unas estructuras de decisión en las que el Parlamento, la única institución elegida por los ciudadanos, no tiene ninguna voz.


"No hay ningún interés por las personas que cruzan las fronteras para llegar a Europa"
Las elecciones al Parlamento Europeo de 2014 llegan en mitad de un ascenso imparable de partidos populistas y nacionalistas con discursos antieuropeos. ¿Son un peligro real?

Hay un peligro muy real. Corremos el peligro de que el Parlamento se llene de voces antieuropeas y antidemocráticas. Este es el resultado del alejamiento de los ciudadanos y los políticos europeos y de la falta de un verdadero debate europeo. Los populistas han ocupado ese vacío. Desde mi punto de vista, la mejor forma de combatir esos movimientos es fortalecer la democracia europea.
Público, 2 de noviembre 2013
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Re: El posible hundimiento de Europa

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Es curioso, pero la gente se vuelve muy creativa al votar los eurodiputados, véase por ejemplo Ruiz-Mateos. Es como que les da igual y entonces se sienten libres para votar a otros que no sean los de siempre.
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Re: El posible hundimiento de Europa

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Sí, eso por un lado. Y por otro, los partidos suelen usar el parlamento europeo para aparcar inútiles contrastados o para devolver favores.

Pero lo cierto es que tenemos allí un parlamento, y o empieza a funcionar o tendrá que ser a hostias que esa "Europa" que les hemos dejado organizar deje de hundir países para servir a sus ciudadanos en bandeja a las fauces de los tiburones.

No me gusta la idea de ser un plato, ni del día ni de degustación.
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Re: El posible hundimiento de Europa

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Nuestra caída sería el fin de la UE, tal vez es por eso que no se han atrevido a rescatarnos abiertamente. Somos demasiado grandes para que nos devoren, eso es lo que nos ha salvado de terminar como Grecia.
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Re: El posible hundimiento de Europa

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Al hablar del posible hundimiento de Europa, no está de más recordar un poco sus orígenes.

Cierto es que una cosa son los planes y otra la realidad, dado que el futuro no está escrito. Pero lo que parece que está quedando patentemente claro es que las intenciones son una constante y no han cambiado. Razón suficiente para que seamos nosotros, los ciudadanos, quienes cambiemos de una vez, abramos los ojos y espabilemos para no permitir que nos sigan engañando -como primer paso para frenar a quienes lo llevan haciendo décadas-.

Una cosa es que estemos en guerra. Otra que todos seamos conscientes de ellos y que veamos quién es el enemigo.
La verdad es siempre revolucionaria
Lidia Falcón
La Europa inexistente

24 may 2014

Resulta extremadamente desolador oír, como un mantra repetido, el nombre de Europa referido a una unidad corpórea y entera en su gran dimensión, donde no existen clases sociales y, por tanto, tampoco capital ni explotación del trabajo.

Parece admitido por los partidos políticos que se presentan a estas elecciones –al menos los conocidos– que esa entidad supranacional reúne las virtudes que deseamos para el mundo global que entre todos estamos construyendo: democracias parlamentarias, libertad de expresión, de prensa, de conciencia, garantías jurídicas, igualdad entre hombres y mujeres, reparto social de la riqueza, y las ventajas que un Estado moderno y avanzado, heredero de los valores de la Ilustración y la Revolución Francesa, precisa para ser digno de ser llamado así.

Reconocen, sin duda, que todo no está terminado –siempre hay mucho trabajo por hacer–, que la democracia es perfectible, y los de izquierdas denuncian que se ha retrocedido en derechos y libertades desde que la malvada derecha gobierna mayoritariamente tanto en Europa como en muchos de los estados miembros. Y allí donde no lo hace, la socialdemocracia se ha contagiado pronto de los modos de la derecha, como en Francia.

Lo cierto, como remarcan todos los críticos y comentaristas, es que en la Unión tanto los populares como los socialistas han votado unidos la mayoría de las directrices, recomendaciones y leyes que nos han llevado a la ruina actual. Como dice sabiamente Luís Matías López: “No por casualidad, los dos grandes grupos votan conjuntamente más del 70% de las propuestas sometidas al Parlamento Europeo. Incluso pactan tradicionalmente un reparto de cargos que divide la legislatura en dos mitades y conduce a una alternancia en la presidencia de la Cámara. Las recetas que llegan de Bruselas son fruto del consenso entre socialistas y conservadores.”

Los partidos a la izquierda del PSOE son los más críticos con el resultado de la gestión de cincuenta años de esa entidad supranacional, y achacan a las políticas llamadas ahora neoliberales los defectos que acarrea hoy aquel ilusionante y maravilloso proyecto que pusieron en marcha los padres de Europa, pero no deja de resultar sorprendente y decepcionante que ninguno de sus candidatos suela hacer mención de la lucha de clases, de la misma forma que la palabra capital es esquivada cuidadosamente. Es habitual oír un coro unánime de críticas a la llamada Troika, los poderes económicos que gestionan la UE, pero que se resume, en el más radical de los casos, en despedir a sus gestores por mostrarse insensibles a los dolores humanos, en pedir más inversiones en vez de recortes, en exigir la reforma del Parlamento Europeo, para que pueda legislar, en la eliminación del Consejo de Europa por inútil e ineficaz, y en perseguir la corrupción y aminorar el paro, considerado la verdadera lacra de nuestro país.

Pero ninguno de los partidos de izquierda que pueden ocupar algún escaño en la Cámara Legislativa (paradoja que no lo sea) ha puesto en cuestión la existencia de la Unión ni ha explicado a nuestra crédula ciudadanía, que había sido hasta ahora de las más entusiasmadas con el invento, las verdaderas causas de la creación del Mercado Común, origen y principio de la UE, ni quiénes fueron los padres del mismo, ni qué intenciones abrigaban. Por el contrario, la opinión casi unánime fue que los inventores estaban animados por el deseo de lograr un continente donde triunfara la paz, la libertad y la igualdad.

Desde la insólita afirmación de que con Europa ganaremos todos o perderemos todos, cuando ya es público y notorio que en la Unión unos pocos han ganado mucho y la mayoría hemos perdido día a día calidad de vida, derechos y dignidad, hasta las loas que canta cada día el PSOE sobre las bellísimas intenciones que tenían los constituyentes de la Unión, pasando por la afirmación de que Europa somos todos, trabajadores, artistas, intelectuales, empresarios… el cuadro pintado por nuestros representantes de izquierda es el de una unión de amigos formada para llevar a cabo los ideales máximos de la humanidad. Como dice pomposamente la página web de la Unión: “Los líderes visionarios siguientes inspiraron la creación de la Unión Europea en que vivimos hoy. Sin su energía y motivación no viviríamos en la esfera de paz y estabilidad que tomamos por descontada.” Y a continuación los nombres de los hombres –eso sí, todos hombres– que crearon ese montaje, los Padres Fundadores de la UE: Konrad Adenauer, Joseph Bech, Johan Willem Beyen, Winston Churchill, Alcide de Gasperi, Walter Hallstein, Sicco Mansholt, Jean Monnet, Robert Schuman, Paul-Henri Spaak y Altiero Spinelli.

Sería bueno explicarle a la ciudadanía quiénes eran en realidad esos líderes de los principales países europeos que se pusieron de acuerdo para crear primero la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), y cuáles fueron las verdaderas motivaciones y objetivos que a tal fin les llevaron.

Todos ellos eran representantes de los intereses económicos de las más grandes industrias de materias primas: hierro, acero, carbón y siderometalúrgica, astilleros, ganadería y agricultura. En esos once nombres se reúne todo el capital europeo. Como decía Marx, no eran más que el Consejo de Administración del Capital. Después de la II Guerra Mundial, ante el desastre que había ocasionado en el continente, el convencimiento de que, tras un siglo de guerras por hacerse con la hegemonía de la producción y los mercados, ya no podían ganar más unos que otros, la necesidad de evitar que volvieran a bombardearse Berlín, París y Londres, y otra vez dejaran a los países en la ruina que les ha hecho ser siervos del imperio estadounidense, se deciden a firmar el pacto de no agresión que dura hasta hoy. Se trataba de repartirse las materias primas, la industria pesada y de transformación, el sector primario y el mercado de mercancías. Los servicios quedarían para los países atrasados a los que abrirían la puerta de servicio por conmiseración.

El Mercado Común y más tarde la Unión Europea, cuyos tratados y constituciones se van haciendo cada vez más sofisticados y complejos hasta adquirir el volumen de nada menos que 500 páginas que tiene el Tratado de Lisboa –última constitución de la Unión–, no son más que el pacto establecido entre los diversos sectores de producción del capital –más tarde se unirá gozosamente la banca– para no agredirse entre ellos. El reparto es tan evidente y tan simple que han hecho falta muchas dosis de hipocresía, retórica y falsedades para ocultarlo. Las grandes potencias industriales de Alemania, Reino Unido y Holanda, se quedarán con la minería, la industria pesada y los astilleros; los grandes consorcios ganaderos de Francia, Bélgica y Holanda, que también participan del botín industrial, serán hegemónicos en la producción de alimentos, y para Italia, España, Grecia y Portugal quedarán los montajes turísticos a donde irán a solazarse los jubilados del norte.

Realizado el reparto quedaban dos tareas. La primera, convencer a la incauta ciudadanía de que tal estado de cosas se organizaba por su bien: los países ricos iban a subvencionar a los pobres; los países atrasados se beneficiarían de la generosidad de sus hermanos del norte construyendo carreteras y aeropuertos de los que carecían, recibiendo dinero a espuertas para los parados, los jubilados, los discapacitados… hasta las mujeres españolas creamos casas de acogida para maltratadas y nos dieron unas cuantas subvenciones para realizar conferencias, gracias a los dineros europeos que caían en nuestro país como maná, que también fueron útiles para apagar los fuegos de la subversión. Una parte de esas generosas donaciones sirvió para comprar a trabajadores combativos, a políticos críticos y a feministas radicales.

Lo que la propaganda habitual nunca nos ha contado es que esos dineros no eran tantos ni tan regalados. Por hablar sólo de España, de cada 5 euros que nos han llegado de la llamada Europa, 4 son españoles, obtenidos de los impuestos de las trabajadoras y los trabajadores de nuestro país, a los que engañaron hablándoles de la generosidad de Willy Brandt.

La segunda tarea, llevada a cabo primero subrepticiamente y después descaradamente, era abolir las conquistas sociales y los derechos y libertades que los trabajadores y las mujeres habían logrado después de casi tres siglos de luchas sangrientas contra el capital.

El éxito ha rematado los dos objetivos. Lo que ha sido reconocido por los propios protagonistas. Cuando hace pocos meses Obama, en un discurso conciliador, aseguró que de las tímidas medidas que proponía para darle alguna seguridad social a las clases medias no estaba hablando de la lucha de clases, porque ya se sabía que no existe, Warren Buffet, el tercer hombre más rico del mundo, dedicado a arruinar a los pobres con sus inversiones en bolsa, replicó: “La lucha de clases sigue existiendo, pero la mía va ganando”.

Los efectos están a la vista: mientras los pobres son cada vez más pobres, los ricos son cada vez más ricos. La brecha entre los más acaudalados y los más pobres es cada vez mayor. Los derechos laborales se han abolido, el desempleo es un monstruo que crece y crece hasta alcanzar los 18 millones de personas en la UE, de las que 6 corresponden a España. Y los avances logrados por las mujeres se tambalean, ante el aumento del paro, las diferencias salariales, la violencia machista que no se detiene y el propósito de volver a disponer del cuerpo femenino por parte de curas, gobernantes y médicos.

Ante este panorama el tratamiento repetido resulta chusco. Como “Europa” se está equivocando, “hace falta más Europa”. Es decir, más imperio de los capitales, más impunidad para los gestores políticos, más sometimiento a los tratados que han conformado este proyecto.

Cierto que algunas formaciones de izquierda están haciendo un llamamiento a la movilización de “la gente” –qué extraño resulta este término en boca de los dirigentes de izquierdas, arrinconados los de “pueblo” y “masas” que fueron categorías clásicas– para cambiar este estado de cosas. Reformas en vez de revolución. Porque ninguno quiere poner en cuestión la pertenencia a ese club de ricos que nos está esquilmando, que es la Unión Europea. Ninguno dijo que tanto Adenauder como Alcide de Gasperi y sus secuaces tenían los mismos propósitos que Angela Merkel, y ninguno explicó a nuestros electores y electoras que voten lo que voten el domingo, si no se derrota al capital, nada cambiará de los planes que han establecido los grandes bancos y los consorcios industriales para explotar a los trabajadores y a las mujeres.
Público, 24 de mayo 2014
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