El argumento de que el cerdo es propenso por su alimentación a adquirir parásitos que causan enfermedades a ser humano, aunque cierto, no justifica la prohibición. Para empezar, los hebreos no disponían de microscopios. En segundo lugar, la enfermedad, cuando aparece, no lo hace de forma instantánea, como cuando se consume un veneno. Por ello, es poco probable que llegaran a ver la relación causa-efecto. Y, si fueron tan listos como para ver la relación, también podrían haber observado que el riesgo disminuye cuando se consume la carne bastante hecha.
De hecho, todos los pueblos vecinos siguieron criando y consumiendo estos animales sin problemas. La propia Biblia (en Marcos 5) relata el curioso exorcismo que practicó Jesús, y que se saldó con 2.000 cerdos arrojados por un despeñadero y ahogados en la orilla oriental del Mar de Galilea. El incidente tuvo lugar en Gadara, que actualmente es una ciudad jordana llamada Umm Qais.
Por todo ello, y a falta de otra hipótesis mejor, me inclino a pensar que el origen de la prohibición de comer cerdo debe atribuirse al nacionalismo excluyente, antes que a la paranoia religiosa. Un ejemplo cercano y a menor escala lo tenemos en la generalizada negativa de los fachas a consumir cava catalán.
Seguramente los cerdos eran una “moneda” muy corriente en los intercambios comerciales de la zona. Con la prohibición se está rechazando el trato con los “otros”. Además, casi no se pueden sentar a comer con sus vecinos, pues, aunque se trate de otra carne, todas las vasijas, ollas, platos, cubiertos,… y hasta el horno que alguna vez sirvió para cocinar cerdo, han quedado impuros para siempre y sólo pueden ser destruidos.
Pues lo dicho: Puro nacionalismo excluyente que busca el aislamiento como fórmula para crear unas señas de identidad propias y evitar la "mala" influencia extranjera.
