Un CyberAteo en Tierra Santa

Por Emilio Ricou

Part Uan

¿Qué como fue eso de la Tierra Santa?. Mas o menos así:

Que dijo el Constantino en el 313 d.c:

«Habiendo advertido hace ya mucho tiempo que no debe ser cohibida la libertad de religión, sino que ha de permitirse al arbitrio y libertad de cada cual se ejercite en las cosas divinas conforme al parecer de su alma, hemos sancionado que, tanto todos los demás, cuanto los cristianos, conserven la fe y observancia de su secta y religión… «…

Y su madre Elena, ya achacosa de 80 años, le dio por redimirse de sus muchos pecados y concupiscencias pasadas construyendo una serie de basílicas en lugares señalados de la pasión de Cristo. Así se hizo y como el rascar, solo fue el empezar, a esas primeras basílicas les siguieron otras tropecientas en los siguientes 300 años hasta la llegada del Islam a lo que fue Canaan y ahora llamamos Israel y Palestina.

Esto del lugar sagrado es sencillo:

  • Se toma el texto de los evangelios, valen los canónicos pero también los apócrifos, los de Felipe y Santiago preferentemente y entre otros.
  • Se busca una frase que contenga una referencia de lugar, tal como; «y llegaron los apóstoles a Cafarnaun y se hospedaron en casa de Simón Pedro». Luego, hubo una casa en Cafarnaun que era la de Pedro.
  • En eso, una congregación de bizantinos, busca un lugar «santo» donde instalar su monasterio. Llega al lugar y lo encuentra arrasado, un campo de ruinas, pero ello no obstante a alguien se le ilumina la mollera y «sabe» repentinamente que esa ruina concreta era la casa de Pedro. Pues nada, se construye la basílica encima.
  • Pues bien, entre el año 320 y el 650 eso ocurrió infinidad de veces, unas veces promovido por una comunidad de monjes, otras por un par de anacoretas pirados. Estos últimos eran unos pelaos, pero abundaban, y se aprovecharon de las infinitas cuevas de esa tierra, para montar sus tinglados. De ahí que lo más corriente de un lugar «santo» se identifique por; una cueva natural abierta, unas cruces bizantinas grabadas por la paredes, un suelo con bellos mosaicos, y alguna inscripción en griego.
  • Dada la abundancia, este tipo de oratorios se suponían el lugar de un una infinidad de hechos, con su correspondiente objeto-cueva reliquia; de la natividad, anunciación, transmutación, transfiguración, taller de José, sepulcro de… (Lázaro, Jesús, la Virgen, etc), la columna del azote, la mano que apoyó, el suelo que piso, el pozo que bebió, la barca que pescó, asunción, etc… a miles.
  • En esas, Bizancio decae y llega el Islam que ocupa, arrasa y planta sus mezquitas encima de lo que había.
  • Llegan las cruzadas y arrasan a su vez y reconstruyen siguiendo los restos bizantinos hallados.
  • Viene Saladino y expulsa a los cruzados. Arrasa y pone las mezquitas encima.
  • La Sublime Puerta otomana barre de nuevo y se instala. Entretanto y ya desde antes, los franciscanos dicen aquello de «… lo que no consiguió la espada lo consiguió la palabra» (y los dineros) y empiezan a comprar «lugares santos» y a construir más basilicas en todo lugar siguiendo el rastro bizantino.
  • Finalmente, y aprovechando la debilidad del imperio turco, las naciones europeas, en el siglo XIX, les da la locura y ya lo compran todo para instalar sus santuarios. Consecuentemente, entre grandes y chicos los hay a millares y Jerusalén es tal amasijo que no se cabe.

El caso es que, si uno visita uno de esos lugares, entre el suelo original y la última construcción puede haber 30 mts de altura de diferencia. Véase las «Piscinas de Betseida» donde Jesús curó a un tullido que no podía bañarse cuando el ángel removía las aguas. Estas visitas te machacan las piernas a base subir y bajar escaleras explorando los diversos niveles.

En fin que, la localización de los sitios se debe al entusiasmo bizantino que se los inventó, que los necesitaba para que cada cual tuviera su lugar reliquia, y los demás, en siglos posteriores les han seguido el rollo con la excusa de que si no es el lugar exacto, ese está cerca, o lo dice la tradición. O como decía un franciscano «Nosotros ya llevamos 800 años en tierra santa, y nuestros arqueólogos son los mejores del mundo. Así que no cabe error, si decimos que fue aquí, es que fue aquí. Punto».

Con esas, un mismo edificio es propiedad o se lo diputan las más diversas comunidades; judíos, musulmanes, católicos, ortodoxos griegos o rusos, armenios, coptos, etíopes, etc. Pared a pared, columna a columna, piedra a piedra, y por ellas pelean como cochinos.

Part Chu

¡Jo machos!. Estos días he tenido la oportunidad de relacionarme con un montón de cardenales y eminencias de la iglesia, departiendo amigablemente y entregándonos mutuamente las tarjetas para lo que fuera menester. Solo en Nazaret había 40 de ellos en el piso de arriba de la Casa Nova franciscana, y hay que ver la jarana que armaban y lo bien que comían. El cardenal de New York se interesó francamente por los Cyberateos y le di la dirección del foro por si quería participar de incógnito pues ya le advertí que lo íbamos a expulsar en cuanto se identificara. ¡Moderación, ojo al dato que igual se os cuela!

Particular amistad hice con el arzobispo de la Seu de Urgell y Príncipe de Andorra, monseñor Vives, un tipo alto, guapetón, muy simpático y que charlaba por los codos (en catalán, of course!). Resultó que conocía bien a mi familia de allí y quedamos para unas copas. Muy agradable también monseñor Agripino que había alternado el primado de Chipre y Rodas. Me aconsejó que de ir de vacaciones fuera a Rodas por ser mucho más interesante que Chipre. Asimismo quedamos de vernos en el Primado este verano.

En Belén me los volví a encontrar a todos ellos y con algunos echamos después de cenar unas partiditas de dominó, fumando toscanos a troche y moche (los puse yo) y bebiendo un licor de yerbas como cosacos. Eso nos puso alegres y folloneros hasta que el despensero franciscano, ciscándose en la jerarquía, vino a llamarnos al orden.

Unos chavales muy agradables e ilustrados. Se hartaron de reír cuando les conté que hacia la peregrinación pero que era ateo. Todo eran palmaditas en la espalda, sonrisas y amables palabras.

Al día siguiente tenían que verse con Abas presidente palestino y al otro con el ministro de exteriores israelí (con el Pdte. Olbert no, pues creían que duraría poco). Estaban en una misión pro católica, pues en el enfrentamiento palestino israelí, los que más recibían eran los cristianos minoritarios hasta el punto que estaban emigrando del país y pedían protección y ayuda económica para ellos.

En fin, que si tenéis algún recadito para la curia vaticana me lo decís que, haré de intermediario pues, hoy por hoy, la relación es buena.

Part Zri: «Itinerarium» de Etedia

Hay cosas que si no te las proporciona el amigo Eliseo-Valzar más vale que renuncies pues ni SanInternet con sus potencias da con ello. Pero en este caso no ha podido.

Una de las cosas que más me han pasmado del viaje a Tierra Santa es la entusiasta seguridad con la que los franciscanos, mosén Prades a la cabeza, afirmaban que tal lugar era sin ninguna duda una localización evangélica relacionada con la vida de Jesús, sus muchachos o la Virgen.

Sin embargo, Juan el guía cristiano árabe que nos acompañaba, un tipo menudo y socarrón tremendamente ilustrado, no podía menos que dejar caer sus dudas una y otra vez, a pesar de las miradas y comentarios furibundos del mosén. Pegarme a él y sonsacarles sus comentarios y opiniones intimas en los aparte, resultaba interesantemente esclarecedor.

Hay identificaciones de lugar que son claras y evidentes si se otorga crédito a los evangelios, como es por ejemplo que si Jesús salió hacia el calvario desde su prisión en la torre Antonia de los romanos, necesariamente pasó por el camino pavimentado que conducía a su puerta, camino, torre y puerta hoy bien señalados arqueológicamente. Sobre ese pavimento se construyó la iglesia del Camino del Calvario y los peregrinos besan con unción las viejas losas del suelo. Debido a eso, la callejuela lateral o vía Dolorosa a quedado actualmente tan estrechada que se pasa con dificultad por el tráfico de la ciudad. Pero en otros casos la identificación es improbable, imposible cuando no falsa de toda falsedad.

Es ahí cuando, gracias a Juan, sale Eteria, Egeria o Echeria, una peregrina del año 400, mujer con posibles económicos que, en su peregrinación a Tierra Santa escribió un diario o «Itinerarium» de todo lo que vio y vivió. Aunque se trata de un texto cándido y devoto nos informa de los lugares y prácticas en Tierra Santa en época remota y relativamente próxima a los hechos.

Es ese texto del «Itinerarium» el que me gustaría disponer y para lo que recababa ayuda de Eliseo Puede ser interesante leer la siguiente referencia a Eteria: http://www.mercaba.org/Rialp/E/eteria_egeria.htm

Part For: ¿Selección natural o digital?

Ya sabemos que en general, a coco equivalente, el ser alto/a y guapo/a cotiza a favor del individuo proporcionándole potencialidades y éxitos en la vida con cierta facilidad. Facilidades indudablemente más difíciles de obtener, por otro lado, si uno es feo y retaco, tipo Roberto, pongamos por ejemplo. ¿A eso como lo llamaríamos; selección natural, selección social, memes estéticos, etc …?

Para más inri, las facilidades de los primeros, los guapos, los convierte en simpáticos y agradables (lo digo por experiencia propia), y el agravio comparativo a los segundos se traduce en seres resabiados y mordaces (lo digo por experiencia ajena). ¿A cuento de qué viene todo eso?. Pues que voy a referirme como, lo aquí dicho, se refleja en las castas sacerdotales que corrieron por la vieja y nueva Palestina.

  • En Qumran, en el monasterio de los esenios, en cuyas cuevas vecinas se encontraron los llamados «Rollos del Mar Muerto, y donde quizá Jesús permaneció por un tiempo según ciertos «supositorios», los estatutos de aceptación de miembros monjes y de los principales, especificaba claramente que debían ser individuos perfectos, sin defectos, tachas, deformidades, enfermedad, o minusvalía de cualquier tipo. O sea debían ser de apariencia agradable y agradable estar con ellos. Una discriminación flagrante.
  • Pero eso también se especificaba entonces para los sirvientes del Templo de Jerusalén, como bien menciona la Biblia en no sé donde, pero que nos lo recordaba hace poco en un foro aquella simpática carta dirigida a una presentadora televisiva de esas que todo lo arreglan con el Libro en la mano: «¿Podré acercarme al altar del Señor ahora que me he corregido la vista y debo llevar gafas?» -decía socarronamente.
  • A mí, el padre Prades que dirigía el grupo de peregrinos de Tierra Santa me caía bien pues, entre acto piadoso y acto piadoso, huíamos a los rincones a intercambiar purillos y fumarlos a escondidas apartados de las miradas reprobatorias de la beatería. Es un buen tipo, nervioso y decidido y eficiente en lo de espolear grupos para que cumplan horarios, pero era feíto, bajito, algo estrábico y malas pulgas. Quizá debido a esto no era un purpurado. En estas, estaba yo en el cenador de la Casa Nova franciscana, mostrando mi gracejo y apostura a un grupo de señoras algo acartonado, cuando de pronto entró en la sala la competencia, ¡40, cardenales, 40!, disponiéndose para la cena. Altos, varoniles, hermosos y con una labia y simpatía sin par que pronto ganó el corazón de las señoras que, de paso, me arrinconaron dejándome con la palabra en la boca – «Monseñor, ¿se acuerda de mi el pasado año en Castelgandolfo? – ¡Que buen aspecto tiene su beatitud? – Le ruego su bendición para que el buen Dios nos proteja en este viaje por tierras santas y de violencia – Espero con deleite su próxima visita a Salamanca», decían las jodías. Y ellos respondían a los halagos con amable simpatía revoloteando de aquí a allá saludando a todo el mundo. En resumen; el cura de base feo, bajito y antipático; el cardenalato altos como torres, hermosotes como angelotes barrocos, graciosos, volanderos y simpáticos. ¿Cabía extraer conclusiones de esa diferenciación morfológica y empática?. Pronto se vería.
  • Por la tarde había ido a la portalada de la iglesia del Santo Sepulcro porque a las 6 pm había una ceremonia procesional tras la cual se procedía a cerrar desde el exterior la puerta del templo con los tradicionales tres cierres y metida por una portuela, la escalera de mano que había servido para ponerlos. Entonces aparecieron los popes rusos echando incienso rodeados de sus ovejas. ¡Altos, más de 2 metros, coronados por gorros que añadían 25 cms a su altura!. Barbudos a todo barbar, inmensos, hermosotes, potentes, cantando con vozarrones tremendos. ¡Jo machos, todo un espectáculo!. A su lado, su grey parecía minúscula, peteñita, como hormiguitas. ¿No eran el mismo pueblo, cómo esas diferencias, era eso selección digital para el alto sacerdocio?. En estas llegaron los Armenios y ….¡tate, tres cuartos de lo mismo!, patriarcas inmensos y grey minúscula. Era obligado atar cabos y a ello me aplicaba, cuando los ortodoxos griegos aparecieron a su vez procesionalmente, cargados los popes de brocado y pedrería, descollando sus imponentes figuras como un metro por encima de la ínfimas figuras que les seguían, mientras atorraban con sus graves voces el aire acompañados por las voces agudas y aflautadas de su feligresía microscópica. ¡Tres de tres!. No cabía duda, el alto clericalato es seleccionado por su morfología espectacular, en detrimento de los candidatos retacos, igual que se hace con el ganado destinado a la cría y reproducción.

Part Faif. El Jesús amoroso

Los cristianos tienen es manía de decir que «Dios es amor» y «Jesús te ama y tal» hasta el punto que, al final, algunos hasta se lo creen.

Está claro que del Antiguo Testamento no se puede extraer tal conclusión pues Jehová es un dios airado, iracundo, vengativo y malas pulgas. A su propio pueblo elegido lo trata con crueldad por cualquier minucia.

Para el ilustrado está claro que la historia de la Iglesia es un cúmulo de atrocidades que desdice del amor bastante, pero…, quizá piensen que los evangelios, el mensaje de cristo, introduce y predica el nuevo concepto del amor universal, y el de dios amor. ¿Pero es sostenible eso?. Veamos el mensaje evangélico y perdonad que no cite con precisión.

  • Es sabido que Jesús les sacudió a los mercaderes del Templo y hoy, toda esa peste de izquierdosos y sociatas, así como mujeres piadosas de sacristía, suelen decir y pensar – «¡Oig, sí, que bien que les sacudiera a esos guarros mercaderes!» – pues no, muy mal hecho, muy mal reflexionado por Jesusin, una respuesta destemplada y una injusticia total. Aunque también imagino que las cosas fueron de otra manera y que los mercaderes se revolverían contra aquella peste de sicarios armados. ¡Coño!. Aquellos tenderos, entonces igual que ahora, proporcionaban cosas indispensables y pías para la turisteria que llegaba al Templo; rosarios, lámparas votivas, figurillas del arca y el candelabro, aceite de ungüentos, pichones sacrificiables, parafernalia religiosa como mantos, cueros y cubos del coco, bebidas y alimentos, cajeros automáticos, etc. Y tenían sus familias, a las que sustentaban con esos escasos ingresos, ingresos que hacían mucho bien a la ciudad pues era su parte principal de la economía. ¡Muy mal hizo Jesús! .
  • Cuando uno viaja a través de los Lugares Santos pronto se da cuenta que las referencias evangélicas que explican y justifican el «lugar santo» no se corresponden siempre con las de los evangelios canónicos, sino a otros. Que si el de; Felipe, Santiago, Maria Magdalena, la Virgen, de la verdad, etc. En ellos se nos informa que el niño Jesusín tenía una mala leche de mil demonios; empujaba niños desde las azoteas, mataba niños que pisaban sus juegos en el barro, a los morosos de su padre que no pagaban las sillas, a los ricos gordos y antipáticos. ¡Todo un amor!. Luego disimulaba haciendo con el barro figurillas de pájaros y les insuflaba vida y volaban.
  • Cuando visitaba la zona del mar de Galilea, lago Tiberiades, vi diversas ciudades mencionadas en el evangelio; Cafarnaun, Tiberias, Séforis, Nazaret, etc. Contaba mi amigo el guía Juan, que todas esas ciudades habían sido arrasadas y no precisamente por los romanos, que con frecuencia las engrandecieron, sino por tribus invasoras llegadas del este hacia el 300 dc. – «Con eso se cumplió la profecía de Jesús que dijo que igual que en Jerusalén, no quedaría piedra sobre piedra a causa de su iniquidad» – ¿En qué consistía su iniquidad?. Pues que no le hacían caso en sus prédicas, que hartas de sus desmanes les cerraran a él y sus sicarios las puertas de la ciudad, que le reclamaran los tocinos ahogados en el lago con la excusa de los demonios, etc. De ahí que afirmara también, «Nadie es profeta en su tierra». Vemos pues la figura de un Jesús resentido y airado que, vengativo señala la destrucción de las ciudades de su tierra. Bien, no creo en las profecías de nadie, y ni tampoco en las de Jesús, pero está claro que al redactor del evangelio le constaban ya esas destrucciones y la podía incluir sin riesgo en el papiro. Esas cosas ayudan a fechar textos antiguos.

O sea que, digan lo que digan, Jesús tenía muy mala hostia, nunca mejor dicho, que se juntaba con gentes armadas que atemorizaban y que cuando le contradecían, no le recibían y no le hacían el menor caso (después de todo era el carpintero del pueblo vecino haciéndose el profeta), se cogía unos cabreos memorables y amenazaba con lo peor a todo el mundo. Consta, está escrito, y los que creen en esos libros, deberían constatar la evidencia y dejarse de rollos de amor y tal.

Part Sixs. La pecadora

Uno de los inconveniente de peregrinar a Tierra Santa, en lugar de simplemente viajar a Israel y Palestina, es que te tienes que tragar diversos actos religiosos, entre ellos la misa diaria. Cosa particularmente dura para un ateo, pero bueno, haciendo caso de la recomendación del conocido dicho; «donde fueres haz lo que vieres», me lo tomaba con resignación y pasaba el rato en entretenidos devaneos mentales que sería inconveniente relatar aquí.

Una de las peregrinas del grupo, joven mujer que acompañaba solícita y entregada a sus padres y tia ya muy mayores, achacosos y despistones, y a la que llamaré Maria Magdalena, había entablado con mi esposa y conmigo una incipiente amistad ya que encontrábamos muy agradable su trato, conversación y personalidad y ella parecía sentir lo mismo con nosotros. Era persona creyente como el resto del grupo, y seguía las devociones del grupo atentamente y con entrega, pero…., llegado en la misa al momento de la comunión se abstenía de comulgar, eso si, extrañamente contrita y casi llorosa. Naturalmente yo también me abstenía, pero hubiera esperado ser el único en tanto que ateo y los demás auténticamente peregrinos, y el hecho de que María no lo hiciera me tenía profundamente intrigado, así como su intenso y evidente dolimiento. De modo que, curiosón, decidí proceder con indagaciones.

Al día siguiente aproveche para sentarme a su lado durante la misa y llegado el momento de la comunión, viendo de nuevo su triste amargura y las lagrimas que de sus ojos se deslizaban por su cara le pregunté:

– ¿Qué te ocurre María. Por qué lloras, por qué no vas a comulgar con los demás?.
– No puedo Emilio, porque vivo en pecado. – respondió.
– Eso casi no me lo puedo creer. Bien veo que eres una excelente persona, más inclinada a preocuparte por todos y hacer el bien que otra cosa y si algún pecadillo tienes, con confesarte con alguno de esos franciscanos alemanes que ni se van a enterar de lo que les dices, pues… ¡listos y acabáramos!.
– Mi pecado no tiene perdón por mucho que me confiese – dijo en un susurro.
– ¡Coño!. ¿Qué es lo que has hecho que sea tan grave? – pregunté sorprendido sin imaginar que cosa pudiera ser tan grave en aquella criatura buen, buena, buena.
– Amar al mejor de los hombres y vivir con él desde hace ya siete años.
– ¡Pero esto es estupendo!.
– Si, pero el caso es que es un hombre divorciado, así lo conocí y ya sabes que la Iglesia eso no lo consiente. De hecho estoy excomulgada y mi alma condenada por siempre, pues no pienso dejarlo jamás mientras él me quiera, ¡aunque reciba cien excomuniones! – soltó rabiosa al final.
– ¡Vaya…., pues …, esto….! – apenas acerté a decir.
– ¿Y tú que has hecho Emilio, pues tampoco comulgas?.
– ¡Aaah! Mi caso es grave, tampoco mis pecados tienen perdón y como tú, también estoy excomulgado – dije un tanto misteriosamente.
– Si, bueno, pero que diablos has hecho – inquirió con urgencias y femenina curiosidad – yo te he dicho lo mio y tu ahora me has de contar lo tuyo. – afirmó imperativa.
– Pues verás…. – aquí estuve tentado dejar correr mi imaginación e inventar pecados horribles, ya sabéis, que si fui pirata y asalté naves espaciales en Alfa Centauri , que si miembro de un comando arrasé a sangre y fuego poblados inocentes, que me comí a mi suegra (¡la pobre!), que si había sido banquero, notario, político y registrador de la propiedad, y otras profesiones malísimas. Pero pensé que quizá la verdad ya pudiera parecerle suficientemente mala, así que sin mencionar mi ateísmo fui desgranando y contando mis verdades culposas, más presumiendo que contrito por ellas. – En Patmos profané (sin querer)la tumba del apóstol Juan el Apocalíptico. Fue noticia en todos los diarios de Grecia… – solté y esperé a ver el efecto causado.
– ¡Jesús, eso si que es gordo! – dijo impactada evitando elevar la voz pues ya nos habían soltado varios “chissst” llamándonos al silencio – ¿Y qué más has hecho chiquillo?.
– He escrito y publicado libros, ¿sabes?, libros malos, prohibidos… – pausa y siguiendo – Traduje al español desde el Ge’ez etiope, uno que era herético, apócrifo y pseudoepígrafo…
– ¡Ah, eso debe ser grave! – poniendo cara de no entender lo que le decía.
– Si, pero aun hay más. En otro ponía en solfa todos los milagros de la cristiandad, los santos y los de la virgen y mostraba como ejemplo un caso concreto que investigué.
– Si bueno, hay mucho rollo con ello. Pero los de la Virgen de Triana no me los toques que todos son verdad…
– Finalmente escribí otro en el que me sumergía en los placeres y concupiscencias de la carne, mostrando la más perversa perversión y retorcimiento de la mente, llevado por las mis más bajas pasiones …
– ¡Aaah, pues ese sí que me gustaría leerlo – sonrió encantada.
– Pues ya ves, por todo ello estoy excomulgado como tú y dispongo de certificación que lo acredita a todos los efectos .
– ¿Pero dan de eso? – se sorprendió.
– En mi parroquia de los Cyber…., pues si. Pero tienes que solicitarla – añadí casi metiendo la pata – ¿Pero sabes Maria?, no me arrepiento de nada de lo hecho, ni creo tener culpa alguna, ni soy consciente de haber hecho daño a nadie, ni pienso que vaya a recibir condenación eterna alguna.
– Es que yo pienso eso mismo que tú dices, en modo alguno me siento culpable de nada ni que Dios me vaya a juzgar.
– Entonces… ¿Por qué te afliges durante la comunión, mi niña?.
– Porque siento la sensación de ser rechazada.
– Ahora ya no, pues perteneces a la comunión de los excomulgados. Y en el mundo debemos ser legión.

Part seven: ¡Oooh Jericó, Jericó!

Aunque el invierno de Canaán a principios de enero 2007 resultaba frío, en aquella suave loma calentada por el sol de la tarde se estaba bien, a pesar del vientecillo refrescante que llegaba del norte, así que me puse a contemplar tranquilamente el panorama mientras fumaba deleitosamente un renegrido, retorcido y apestoso toscano, allí solo, y sin que nadie me echara miradas de reprobación.

Tras de mí, la carretera que me había traído se alejaba por tierras llanas y áridas del valle de la depresión del Mar Muerto, comprendido entre los montes cortados que a poniente pronto ocultarían el sol, las riberas del mar Muerto y las elevaciones que más allá, ya en Jordania, en el levante, se elevaban tomando coloraciones rojizas del atardecer. Al frente, podían verse tierras fértiles y verdes recortadas en alineados rectángulos de huertos y palmerales, paseados por rebaños de cabras y corderos. Viniendo del Sinaí, estas debieron ser las primeras tierras fértiles que Josué y sus muchachos vieron al llegar a Canaán. Y en viéndolas, las ambicionaron

A mis pies, junto al restaurante previsto para acoger tropecientos turistas de una sola tacada y darles de mal comer, nuestro grupo de peregrinantes incluido, una estación de telecabinas rojas se cargaba de gentes para llevarlos por el aire, pasando sobre lo que fue palacio de Herodes, al monasterio ortodoxo que incrustado a media altura en el monte, parecía un alargado tren recorriendo improbables e imposibles caminos.

Esa pequeña loma en la que estaba y desde la que proyectaba mis miradas fue Jericó. Nadie lo hubiera dicho a primera vista, salvo porque había pagado una entrada a un adormilado cajero en desvencijada garita y porque aquí y allá se veían los abandonados cortes sobre el terreno hechos por los arqueólogos en su búsqueda de los restos de la ciudad mártir. Resultaba un tanto decepcionante, casi nada que ver; algún pequeño muro de adobe, paredes de piedras sin tallar y muy mal puestas, restos de lascas de ágata evidenciando algún taller lítico, y bueno, sí, un pedacín de muralla, ¡vaya birria de muralla!. Un delgado muro de adobe forrado por fuera por las mismas piedras sin tallar y mal puestas. ¡No me extraña que se cayeran al primer trompetazo!. Pero además, no esperéis que se tratara de una gran ciudad, no, aquellos restos apenas ocupaban algo más de una hectárea, así que como mucho estaría poblada por unos 1000 habitantes.

Decía el folleto que tenía en mis manos:

“La situación de Jericó, ciudad muy fortificada, le daba el dominio del bajo Jordán y de los pasos que llevaban a los montes occidentales; la única manera de que los israelitas pudieran avanzar al interior de Canaán era tomando la ciudad. Josué envió a dos espías para que reconocieran la ciudad (Jos. 2:1-24), el pueblo atravesó milagrosamente el Jordán en seco, y plantaron las tiendas delante de la ciudad. Por orden de Dios, los hombres de guerra fueron dando vueltas a la ciudad, una vez por día, durante seis días consecutivos. En medio de los soldados, los sacerdotes portaban el arca del pacto, precedida por siete sacerdotes tocando las bocinas. El séptimo día dieron siete veces la vuelta a la ciudad; al final de la séptima vuelta, mientras resonaba el toque prolongado de las bocinas, el ejército rompió en un fuerte clamor, las murallas se derrumbaron, y los israelitas penetraron en la ciudad. En cuanto a la fecha, sería alrededor del año 1250 a.C. (cf. ÉXODO Y PEREGRINACIÓN POR EL DESIERTO).”

“La ciudad había sido proclamada anatema. A excepción de Rahab, que había dado refugio a los espías, y su familia, todos los demás habitantes fueron muertos.“

Véase pues la justicia del dios de Israel, salva a Rahab la puta de Jericó traidora a su pueblo, y luego la premia casándola con un prohombre de Israel y por otro lado aniquila a los pobres jericonianos que hasta entonces estaban tan tranquilos en sus casas, con su prole y borricos, cuidando mañosamente de sus huertos. – Eran inicuos, de ahí la anatema del Señor – se diría. ¡Coño si ni siquiera los conocían!. ¡Ellos sí que lo eran, pues se iban de putas!

Pero a mi parecer, la poco más que aldea de Jericó, no estaba en condiciones de detener una horda populosa, y ni siquiera bloqueaba el paso hacia el interior de Canaán, así que si fue asaltada y tomada, fue por el ansia de rapiña y conquista de Israel, y no otras razones.

Pero es que ni siquiera fue así. El caso es que muchas de las ciudades cananeas fueron destruidas durante el siglo XVI a. C., a finales del Bronce Medio de la Edad de Bronce y tales rastros han sido encontrados en Jericó por 3 distintas excavaciones. Y eso fue mucho antes de la llegada de Josué.

Por eso los eruditos ven una contradicción entre la historia mostrada por las excavaciones y el texto bíblico en esta área, señalando que los asentamientos más tempranos conocidos de los israelitas no aparecen hasta cerca del 1230 a. C., después que las paredes de Jericó habían sido destruidas desde mucho antes.

Los historiadores actuales no encuentran en Josué nada que alcance las exigencias críticas que distinguen a los libros de historia. Los motivos de error de los relatores del Deuteronomio serían:

  1. Como los judíos de aquellos tiempos no tenían conciencia de las diferencias entre el pasado remoto y el reciente, confundían entre ambos a menudo. Por este motivo Josué está plagado de anacronismos.
  2. No eran capaces de distinguir entre las diversas fuentes. Creían auténticos documentos apócrifos y desdeñaban a veces fuentes históricas serias y comprobables. Es por ello que Josué adolece de muchas inexactitudes y errores, hasta el punto que el texto bíblico de Josué, es considerado por los estudiosos, apócrifo y falso, y que por ello debería ser excluido del canon. Claro que, si se ponen a hilar tan fino, igual tenían que hacer otras exclusiones, y el Deuteronomio se quedaba en nada. Dejémoslo tranquilo pues, y veámoslo como lo que es, literatura de ficción, batallitas, mitos convenientes de un determinado concepto de la religión.

Eso no fue óbice para que me interesara por uno de esos retorcidos cuernos que se vendían en las tiendecillas, largos de un metro y de grave tono, con el que intentar de nuevo derribar lo poco que quedaba de la muralla a trompetazos. Me hizo desistir el precio, 100€.

Part eigst: Besapiedras y Metepapeles

Que los creyentes manifiesten su devoción con rezos, cánticos, himnos y procesiones, tiene un pase, o al menos son formas pías que no me cogen de nuevas y ya estoy medio acostumbrado. Otro tanto ocurre con eso de encender velas a troche y moche llenando de humo y carbonilla lugares que luego habrá que limpiar cuando se empleen en cosas mejores que la religión. Bien me parece que, con incensarios o botafumeiros quemen incienso y mirra pues de otro modo los lugares más concurridos apestan a moho y humanidades .Yo mismo he comprado unas bolsitas con ambas resinas para poner en ambiente y perfumar sacramente la sala donde proyecte fotos y películas del viaje a Tierra Santa al primer despistado que se preste. De momento no ha caído nadie. ¡Peste de parientes y amistades!. ¡Con el trabajo que me tomé arrastrando cámaras!.

Lo que ya me chocó bastante más era la manía de los peregrinos en besar toda clase de piedras y meter papeles en todos los intersticios habidos y por haber. En la iglesia del Santo sepulcro, nada más entrar, tras bajar una prologada escalinata, hay una losa en el suelo cubierta por lo alto con sólido baldaquín y atestada de lámparas votivas que, losa sobre la que se supone se colocó el cuerpo de Cristo muerto para ungirlo con aceites y perfumes y colocarle el sudario. De lejos se ve que tan lujosa losa no pudo ser usada para ese fin, pero a los efectos que quiero comentar no importa. El caso es que la gente se tumbaba en el suelo y besaba la piedra hasta babosearla totalmente, farfullando cosas y llorando, al tiempo que apoyaban encima de la piedra papeles con peticiones y hasta colocando el monedero encima, seguramente con la esperanza de que se acrecentara milagrosamente el contenido. Luego, en la sala adjunta, entrados en el supuesto santo sepulcro de Cristo, que tampoco puede ser el auténtico y así lo atestiguará cualquier entendido, dado lo reducido del espacio dentro del templete que lo encierra y las largas colas que se forman, el hacinamiento era total y las muestras besuquiles y tiramientos por el suelo alcanzaban verdaderos paroxismos. Salí por piernas afectado de claustrofobia y medio anonadado por tales muestras de enloquecida piedad.

Todo eso me hacia dudar muy mucho de la naturaleza humana.

En ese mismo templo hay una piedra con un agujero vertical en medio y una parafernalia extraordinaria de altar, iconos , lámparas y platerías que, se dice, es donde se enclavó la cruz en el Calvario para que se mantuviera derecha. Pues las mismas muestras de besuqueo y papelería.

Y así lo mismo con todas las reliquias; que si la columna a la que se ató Jesús para ser azotado, que si la piedra donde lo sentaron para coronarlo con espinos y ponerle un manto púrpura, diciendo – “¡He aquí el rey de los judíos!”. Innumerables, incontables y peregrinos pedruscos de procedencia absolutamente indemostrable.

El templo en sí es interesante por la acumulación de elementos arquitectónicos de todos los tiempos, destacando las partes de basílica bizantina y la extraordinaria construcción que soporta la cúpula que me recordó los templos de Rávena, solo que hecho en piedra, pero la melé de elementos superpuestos convertían el lugar en un espacio desigual y desordenado, contribuyendo a ello la atribución de cada rincón a una comunidad cristiana diferente, cada una con sus propias manías ornamentales

En esas, dieron los aldabonazos que anuncian que a las siete se va a proceder a cerrar la puerta y yo salí pies en polvorosa para situarme bien a la entrada y filmar las celebraciones, procesiones y milongas que se dan con este motivo, así como el curioso acto de cerrar la propia puerta por fuera subiéndose el encargado a una escalera para alcanzar los cierres y luego remeter la escalera para adentro por una trampilla.

Antes de proceder al cierre, en la plaza frente a la fachada, los popes rusos se pusieron a cantar el gorigori con sus bajos vozarrones y el humo del incienso llenó el espacio desde sus poderoso incensarios. Tras ellos, los franciscanos guardaban turno procesional y detrás, venían los armenios con sus curiosos gorros.

Frenéticamente manejaba cámara fotográfica y filmadora recogiendo el festejo, sin fijarme casi que, a mi lado, una mujer vestida de negro cubierta con oscura pamela lloraba y oraba apoyada en una de las columnas del pórtico, mientras salmodiaba oraciones en polaco. La columna estaba hendida de arriba abajo y en la hendidura la mujer colocó un papelin de peticiones y una estrecha vela como ofrenda que, al marchar se cayó de la hendidura al suelo. No quise que sus peticiones se perdieran por ello y la volví a poner en su sitio. A mi derecha otro polaco me pidió que le filmara y que, por favor, le mandara la película a su casa de Varsovia. ¡Joder, que bien que se me da el polaco, nos entendimos de perlas!, será porque se parece al catalán ;-)).

Claro que, si cristianos se manifiestan como comento, los judíos hacen otro tanto a su modo. En el muro de las lamentaciones, cubiertos con su manto, un cubo ceñido en la frente y ataduras de cuero en el brazo izquierdo, desgranan invocaciones frente a la pared, haciendo interminables cabezadas…, y luego, meten un papelito entre los intersicios de la pared.

Yo no quise ser menos, también metí mi papelín de peticiones en los intersticios de las piedras del muro. Allí quedó mi petición, decía – “Me pido amor, salud y platita y también un scaletrix y una moto Harley”. Aun estoy esperando. Se ve que lleva su tiempo.

Part nain: La mirada del gentil

Cuando visitas otro país y observas a sus gentes, no puedes evitar juzgarlos por tus varemos de normalidad. ¿Qué normalidad?, la tuya obviamente, uno mismo es el referente, aun en el caso de que te mires en el espejo y no te reconozcas, que es lo que suele ocurrirme a mí. Lógicamente ese no puede constituir un criterio de objetividad, y quizá no haya ninguno que lo sea, pero a los efectos de lo que voy a decir, diremos que el referente de normalidad se llama Emilio.

No he visto demasiados judíos en Israel, pues en los lugares y barrios en los que he estado, tanto en Israel como en Palestina, eran los árabes palestinos la mayoría , con una mayoría musulmana y una minoría cristiana. Los judíos propenden a encerrarse en barrios propios y apenas se dejan ver. Pero cuando se dejan ver, se hacen notar.

Los palestinos me han parecido bastante “normales”, amables, juguetones, buena gente en general y un tanto burlones con los extranjeros. Hablan todos los idiomas casi desde la infancia, y es fácil entenderse con ellos, en los diversos chapurreos típicos de las zonas turísticas. No me han parecido distintos a las gentes del Magreb mediterráneo y en sus zocos se usa el mercadeo habitual de persecución, primer precio triple del que están dispuestos a ceder, y el “solo mirar” suele consistir luego en una exigencia del tipo “O compras, o eres un tío mierda”. En sus bazares se suele hallar todo aquello a lo que es difícil encontrar la menor utilidad, pero eso no es óbice para que el turista pique. ¡Algo hay que llevar a la familia!.

En los escasos negocios judíos del ámbito turístico, no hay persecución, los precios solo son el doble de lo obtenible por negociación, pero se presumen e informan fijos, y generalmente se aplican a la joyería y artículos de mayor precio.. Serios y formales no hacen concesión alguna al menor cachondeito. Su mayor presencia en la calles viene dada por las fuerzas del orden y el ejercito. Chicos jovencísimos portan armas pesadas y munición hasta el gorro, pero la movilización debe alcanzar a todas las edades pues he visto gente bastante mayor, sin grado, formando parte del ejercito activo.

Si tuviera que hacer caso de los funcionarios de policía , aeropuerto y aduanas judíos, diría que la muestra de razas o etnias es de absoluta variedad. Blancos rubios y rojizos, negros etíopes y de otras razas, oliváceos de mirada oscura, altos y bajos, flacos y gruesos, barbados y lampiños, y su capacidad para hablar los más diversos idiomas también es notable. A todos cuantos pregunté en español me respondieron razonablemente bien en español. Otra cosa es la molesta minuciosidad, quizá necesaria, de sus registros e inspecciones, así como interrogatorios – ¿Lleva usted algo que pueda ser usado como o parezca un arma? – Llevo un rabat envuelto en plástico que pudiera parecerlo, pero no es – Ja, ja, no importa. ¿Le ha dado alguien este libro? – No que lo traje casa – ¿está seguro? – que sí. Ello no obstante se lo miraron casi hoja por hoja.

Por lo que hace a las manifestaciones religiosas, sobre todo en Jerusalén, los más descarados y visibles son los cristianos, no solo por los muchos peregrinos venidos de todas partes, sino también por la abundancia de iglesias y congregaciones religiosas de todo el mundo. Los franciscanos abundan por definición, pues llevan 800 años sobre el terreno, pero por lo demás son los más discretos . En cambio las iglesias ortodoxas te montan unos tinglados y manifestaciones mucho más sonadas y ostentosas. Por su lado los musulmanes son la suma discreción, no promueven actos por las calles, y sus mezquitas son menudas e imbricadas en el tejido de la ciudad sin aspavientos monumentales. Tampoco las sinagogas de la ciudad vieja muestran ningún esplendor y son lugares discretos y escondidos a las miradas curiosas.

Pero si hay algo en lo que musulmanes y cristianos se hacen notar es en la cantidad de ruido que generan a horas destempladas. A las 5 am, el muecín, ahora electrónico, hace su llamada a la oración con un millón de vatios para que se vaya enterando la gente y todo el mundo, sea de la religión que sea, llamada que luego se repetirá a horas convenidas pero ya de vigilia. Los cristianos, para no ser menos, y en clara competencia, a las 6 am, te sueltan un festival de campanas de suma potencia y diversas musicalidades y que se alarga por al menos 10 minutos. Entre unos y otros no hay quien duerma y toca empezar a levantarse. Por suerte los judíos se abstienen de estas manifestaciones sonoras, pero en cualquier caso el mal ya está hecho. La ciudad despierta

Los judíos de Jerusalén suelen ser casi todos ultra ortodoxos. Visten levitas negras, llevan un sombrero alto también negro, se dejan el pelo en cascadas laterales de tirabuzones y llevan largas barbas. Cuando se preparan para las oraciones esgrimen un ceremonial complejo consistente en ponerse cintas de cuero enrolladas al brazo, una frazada blanca con rayas azules sobre lo hombros , y un cubo negro fijado a la frente,: luego recitan sus oraciones acompañándose de cabeceos adelante y atrás. Así hacen ante el Muro de las Lamentaciones, pero también en el avión. Bien, son sus costumbres y nada tengo que decir, pero si tienen un modo de actuar frente a los gentiles que resulta francamente molesto. No los miran a la cara y aun se cubren el rostro para no verlos ni cruzar miradas. El día que llegamos a Jerusalén , a punto de cruzar la puerta de Jaffa, salía de ella un grupo de escolares preadolescentes acompañados por sus maestros, y todos se apartaron de nuestro camino, giraron la cabeza hacia el lado opuesto del que veníamos y se ocultaron el rostro con la mano o con los libros. Sin duda el gentil es impuro y no hay impurificarse mirándole al rostro, menos aun a los ojos, ni dejar que te miren. ¡Peste de religiones todas!.